“Aquí habita Jesús”: León XIV conmueve al Líbano con su visita al Hospital de la Cruz y un mensaje de esperanza para los más frágiles

En el último día de su histórico viaje al Líbano, el Papa León XIV protagonizó uno de los momentos más emotivos de toda su peregrinación apostólica. A primera hora de la mañana, el Pontífice se desplazó al Hospital de la Cruz, una institución centenaria que atiende a miles de personas con discapacidades mentales y que se ha convertido en un faro de caridad en Oriente Medio. Ante religiosas, enfermos, familias y cuidadores, León XIV pronunció un mensaje profundamente pastoral, centrado en la dignidad de los más vulnerables y en la certeza de que Cristo se hace presente de manera especial en quienes sufren.

“En medio del sufrimiento humano, León XIV recordó al Líbano que ‘allí donde habitan los más frágiles, allí también habita Jesús’.”

Una visita rodeada de afecto: entre cantos, banderas y lágrimas contenidas

La jornada comenzó en la Nunciatura Apostólica, desde donde el Papa partió en coche rumbo al hospital de las Hermanas Franciscanas de la Cruz. Las calles que lo conducían hasta la institución estaban llenas de fieles que, a pesar de la lluvia y la tensión social que vive el país, salieron para saludarlo con emoción. Muchos agitaban pequeñas banderas del Líbano y del Vaticano, símbolo de fe, gratitud y esperanza.

Al llegar al recinto, el Papa fue recibido por la Madre Superiora de la Congregación, la Superiora del Convento y la Directora del Hospital. Sus rostros reflejaban la mezcla de responsabilidad y alegría que significaba acoger al Sucesor de Pedro en un lugar donde diariamente se derrama la caridad silenciosa. Las hermanas entonaron cantos tradicionales mientras acompañaban al Pontífice hacia el auditorio.

Allí lo esperaban decenas de pacientes acompañados de sus cuidadores. Muchos, con visible emoción, tendían sus manos hacia él, otros le sonreían tímidamente, y algunos simplemente contemplaban su presencia con profundidad. La bienvenida estuvo a cargo de la Superiora General, cuyos ojos se llenaron de lágrimas al agradecer al Papa un gesto que, según sus palabras, “devuelve luz y dignidad a quienes el mundo olvida”. Tras ella, varios pacientes ofrecieron breves testimonios en los que expresaron, con palabras sencillas pero llenas de fe, que la visita del Papa era para ellos “una gracia” y un signo palpable del amor de Dios hacia los más vulnerables.

“Aquí habita Jesús”: un mensaje que rompe el silencio del sufrimiento

El Santo Padre tomó la palabra con la serenidad que lo caracteriza y pronunció un discurso profundamente pastoral, impregnado de ternura y firmeza evangélica. Recordó la figura del beato Padre Yaaqoub, fundador del hospital en 1919, a quien definió como “apóstol incansable de la caridad”. Su legado —destacó— vive hoy a través de las Hermanas Franciscanas de la Cruz, mujeres consagradas que unen la oración ante el Crucifijo con el servicio sacrificado a los enfermos. Mirando a los pacientes, León XIV pronunció una de las frases más conmovedoras del viaje:

“Aquí habita Jesús”.
Con estas palabras quiso afirmar que Cristo está presente de modo especial en quienes sufren, y que la dignidad de toda persona —especialmente la más frágil— es un tesoro para la Iglesia. Se dirigió también al personal del hospital, formado por médicos, enfermeras, voluntarios y cuidadores: “Ustedes son un signo palpable del amor compasivo de Cristo. No pierdan la alegría de esta misión, incluso cuando las fuerzas flaquean o las dificultades parecen insuperables”. El Papa insistió en que su labor es “una gran obra a los ojos de Dios”.

Una parte fundamental de su mensaje estuvo dedicada a denunciar la indiferencia social ante los vulnerables: “No podemos construir una sociedad que corra a toda velocidad aferrada a falsos mitos de bienestar, mientras ignora la pobreza y el dolor que late en tantos corazones”, afirmó con claridad. Con voz pausada, añadió: “El Señor lleva a cada uno de ustedes en la palma de su mano; Él los acompaña, los consuela y les dice hoy: ‘Te amo, eres mi hijo, nunca lo olvides’”. Fue un silencio profundo el que siguió a estas palabras. Muchos pacientes alzaron la vista, mientras varias religiosas no pudieron contener la emoción.

Un hospital que es hogar: 1.055 camas, cinco pabellones y un legado vivo

La visita del Papa puso en el centro de la atención internacional el trabajo de una institución tan ejemplar como exigente. El Hospital de la Cruz, gestionado por las Hermanas Franciscanas de la Cruz, alberga cerca de 1.055 camas y recibe más de 2.200 pacientes al año. Sus amplias instalaciones, organizadas en cinco pabellones —Saint-Jacques, Saint-Élie, Saint-Michel, Notre-Dame y Saint-Dominique—, están equipadas para ofrecer atención médica, terapéutica y espiritual.

Pero más allá de los números, este hospital es un refugio donde muchos encuentran familia, cuidado, y un sentido profundo de pertenencia. Cuenta con su propia farmacia central, dispensario, salas de cine y teatro, cocinas, lavandería y espacios comunes diseñados para dignificar la vida cotidiana de los residentes. Las hermanas, con su hábito sencillo y su sonrisa incansable, describen el lugar como “una casa donde Dios se pasea en silencio”.

Y la presencia del Papa, confirmaron varias de ellas, fue una caricia del Cielo para quienes sienten el peso de la soledad o el abandono.

Antes de marcharse, León XIV bendijo a todos los presentes y dedicó unos minutos a saludar personalmente a algunos pacientes, deteniéndose especialmente ante quienes no podían comunicarse verbalmente. Su gesto humilde, inclinado hacia cada rostro, fue un signo elocuente de la cercanía de Cristo.