León XIV entra en la Mezquita Azul con profundo respeto y marca un precedente: visita en silencio, sin oración común
1 de diciembre del 2025
En una jornada cargada de simbolismo histórico y sensibilidad interreligiosa, el Papa León XIV cruzó este sábado el umbral de la emblemática Mezquita Azul de Estambul, uno de los templos musulmanes más célebres del mundo. Aunque se convirtió en el tercer Pontífice en visitarla, su paso dejó un matiz significativo: por decisión personal, vivió la visita en silencio respetuoso, sin realizar oración en su interior. Su gesto, sereno y contemplativo, añadió una nota propia al camino del diálogo entre la Iglesia Católica y el islam, diferenciándose de sus predecesores Benedicto XVI y Francisco, quienes sí realizaron momentos de plegaria en este lugar sagrado.
“Con su silencio reverente en la Mezquita Azul, León XIV abrió un nuevo capítulo del diálogo: menos gestos visibles, más profundidad interior.”
Una visita marcada por el silencio: respeto profundo sin gesto litúrgico
La Oficina de Prensa del Vaticano informó que el Santo Padre recorrió la mezquita “en un espíritu de recogimiento y escucha”, mostrando reverencia por el espacio de oración y por la fe musulmana.
Si bien el programa inicial contemplaba un breve instante de oración —como sucedió en visitas papales anteriores—, León XIV declinó cordialmente la invitación, decisión que fue confirmada públicamente por el propio muecín del templo, Aşgın Musa Tunca.
“Quería ver y sentir la atmósfera del lugar, y le gustó mucho, pero no rezó y yo tampoco”, explicó el muecín a los periodistas. El Papa ingresó descalzo, respetando la costumbre musulmana, y avanzó con paso lento hacia la gran sala de oración, acompañado por autoridades religiosas y civiles de Turquía: el ministro de Cultura y Turismo, Mehmet Nuri Ersoy; el muftí de Estambul, Emrullah Tuncel; y el imam de la mezquita, Fatih Kaya.
Entre comentarios en voz baja y explicaciones sobre la arquitectura, León XIV contempló la majestuosidad de la cúpula y el juego de luces entre los más de 21.000 azulejos azules de İznik, elementos que dan nombre al templo y lo convierten en una joya única del arte islámico.
Una tradición reciente: Benedicto XVI, Francisco y el puente del diálogo
La visita de León XIV se inscribe en una línea histórica reciente que comenzó con San Juan Pablo II en Damasco (2001), y que en Estambul tuvo dos momentos de referencia: Benedicto XVI en 2006 y Francisco en 2014.
Benedicto XVI, en un gesto que marcó un antes y un después tras las tensiones provocadas por su discurso de Ratisbona, rezó en silencio ante el mihrab. Años después describió aquel instante como una súplica al “único Señor del cielo y de la tierra” para que creyentes de todas las religiones descubrieran la fraternidad que los une.
Francisco, siguiendo esa senda, también dedicó una “adoración silenciosa” a Dios en 2014, reforzando con su visita el compromiso por la amistad entre religiones. La decisión de León XIV de declinar la oración no rompe esa tradición, pero introduce una tonalidad distinta: un respeto contemplativo, sin gesto litúrgico compartido, que subraya la importancia del silencio como puente, especialmente en un contexto internacional marcado por tensiones religiosas y guerras cercanas.
Un Pontífice en camino: diálogo, escucha y una mirada elevada hacia lo sagrado
Durante su recorrido, León XIV se detuvo ante el mihrab, la hornacina orientada hacia La Meca, que en esta mezquita alberga incluso una referencia coránica a la Virgen María, un signo que conecta ambas tradiciones religiosas. También escuchó explicaciones del muftí sobre el púlpito desde el cual se convoca a la oración, mostrando interés por los detalles espirituales y arquitectónicos del lugar.
Acompañado por los cardenales Kurt Koch —responsable del diálogo ecuménico— y George Koovakad —encargado del diálogo interreligioso—, el Papa vivió un momento que muchos describieron como contemplación pura: la mirada elevada hacia la cúpula, la altura majestuosa de más de 23 metros, y el silencio absoluto que envolvía la visita. En un país donde los católicos representan solo el 0,05 % de la población, cada gesto del Pontífice adquiere un peso especial. Y si bien en esta ocasión no hubo oración común, sí hubo respeto, cercanía y reconocimiento mutuo.
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