León XIV reafirma en Estambul que la unidad cristiana no busca absorber, sino compartir los dones del Espíritu
1 de diciembre del 2025
En el cuarto día de su viaje apostólico a Turquía, el Papa León XIV protagonizó una jornada marcada por la fraternidad, la memoria histórica y el impulso decidido hacia la unidad entre los cristianos. Desde la Catedral Apostólica Armenia de Estambul hasta la solemne Divina Liturgia en el Patriarcado Ecuménico, el Pontífice volvió a subrayar un mensaje esencial para las Iglesias: la plena comunión no significa uniformidad, imposición ni dominio, sino un intercambio sincero de los dones que cada tradición ha recibido del Espíritu Santo. Su paso por tierras turcas, cargado de símbolos y gestos de reconciliación, coincide además con la festividad de San Andrés, patrón de Turquía, subrayando la profunda vocación de fraternidad que une a Roma y Constantinopla desde los primeros siglos.
“La unidad entre cristianos no es dominio ni uniformidad, sino un camino de fraternidad donde cada Iglesia ofrece sus dones para reconstruir la comunión perdida.”
El testimonio armenio y el anhelo de una unidad sin imposiciones
La jornada comenzó en la Catedral Apostólica Armenia, sede histórica del Patriarcado Armenio de Constantinopla, ubicada en el barrio de Kumkapı. Tras un breve momento de oración, León XIV fue recibido por Su Santidad Karekin II, ante quien expresó su admiración por la “fidelidad inquebrantable” del pueblo armenio, cuya fe ha resistido persecuciones, guerras y tragedias a lo largo de los siglos.
El Papa insistió en que el camino hacia la unidad plena entre la Iglesia Católica y las Iglesias Orientales no puede interpretarse como sometimiento ni absorción. Al contrario —indicó— se trata de recuperar la comunión de los primeros siglos, “una unidad que nace del intercambio de dones, nunca del dominio”.
En este contexto evocó a san Nerses IV Shnorhali, figura emblemática de la tradición armenia, que dedicó su vida al diálogo y la reconciliación entre iglesias. León XIV pidió que su testimonio inspire los esfuerzos actuales y aseguró al Catholicós su total entrega a la causa de la unidad cristiana.
La solemnidad de la Divina Liturgia y el recuerdo del primer concilio ecuménico
Luego de un intercambio de presentes, León XIV se dirigió a la iglesia Patriarcal de San Jorge, donde Bartolomé I presidió una solemne Divina Liturgia marcada por un ambiente profundo de oración. El templo, construido en 1720, custodia reliquias de santas muy veneradas en la antigua Constantinopla, como Santa Eufemia de Calcedonia, además de las reliquias de san Gregorio el Teólogo y san Juan Crisóstomo, restituidas por Roma en 2004.
Allí, el Papa celebró el cierre de su peregrinación por los lugares vinculados al Primer Concilio de Nicea, cuya herencia permanece como un punto de referencia irrenunciable para la fe cristiana.
Recordó que la fiesta de San Andrés —que Turquía celebra este 30 de noviembre— es ocasión privilegiada para renovar la voluntad de caminar hacia la unidad, a pesar de los desafíos históricos que aún persisten entre las distintas Iglesias.
León XIV subrayó que no se puede retroceder en este compromiso común: “Somos hermanos en Cristo, y nuestra misión es amarnos como tales, superando malentendidos y heridas del pasado”. Evocó asimismo el acto histórico del Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, quienes borraron de la memoria eclesial las excomuniones que habían marcado el Gran Cisma de 1054.
Paz, creación y fraternidad: desafíos comunes ante un mundo herido
Durante la celebración, el Papa dirigió también su mirada a los problemas que afectan a la humanidad. Habló de las guerras actuales y de la violencia que devasta regiones cercanas y lejanas, recordando que católicos y ortodoxos deben ser “constructores de paz”, conscientes de que esta no es sólo obra humana, sino un don de Dios.
Se refirió además a la crisis ecológica que amenaza el planeta, advirtiendo que su raíz exige una conversión espiritual profunda que oriente un uso responsable de los recursos y de las nuevas tecnologías. Señaló especialmente la necesidad de emplear los medios digitales de manera justa y accesible, al servicio de la dignidad de cada persona.
Por su parte, Bartolomé I —conocido mundialmente por su liderazgo en temas ecológicos— reconoció la visita del Papa como un gesto luminoso de fraternidad y reafirmó que, ante un mundo herido por injusticias, conflictos y devastación ambiental, los cristianos deben actuar unidos, dando testimonio común de la dignidad humana, de la misericordia y del cuidado de la creación. La jornada concluyó con una bendición ecuménica desde el balcón del Patriarcado y un almuerzo compartido, signo de la cercanía creciente entre ambas Iglesias.
Un gesto anual que confirma la fraternidad: el intercambio de delegaciones
En este 30 de noviembre, festividad de San Andrés, se renovó también una tradición que subraya la hermandad entre Roma y Constantinopla: el intercambio de delegaciones para las fiestas de los patronos de cada Iglesia.
Un gesto instaurado tras el histórico encuentro entre Pablo VI y Atenágoras I en Jerusalén en 1964, que sigue siendo un recordatorio vivo de que la unidad avanza a través del diálogo, la humildad y el afecto fraterno.
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