León XIV se une al Patriarca Bartolomé en una solemne doxología en Estambul: una alabanza milenaria que sigue uniendo a los cristianos
2 de diciembre del 2025
En el marco de su viaje apostólico a Turquía, el Papa León XIV participó este sábado en una doxología presidida por el Patriarca Ecuménico Bartolomé I en la Iglesia Patriarcal de San Jorge, uno de los centros espirituales más emblemáticos de la ortodoxia. Este gesto, cargado de hondura histórica y de un profundo significado ecuménico, se convirtió en una ocasión privilegiada para recordar el valor de la alabanza cristiana como lenguaje común entre las Iglesias. En un tiempo marcado por tensiones globales, la presencia conjunta del Obispo de Roma y el Patriarca de Constantinopla resonó como un signo de comunión, esperanza y deseo sincero de caminar hacia la unidad
“La doxología compartida por León XIV y Bartolomé I mostró que la unidad entre cristianos nace de la alabanza común, donde Oriente y Occidente reconocen juntos la gloria de Dios.”
Una liturgia compartida que habla el lenguaje de la fe
León XIV llegó a la Iglesia Patriarcal de San Jorge rodeado de un ambiente sereno y expectante. Allí lo esperaba Bartolomé I para participar juntos en la doxología, una oración que, aunque breve, encierra siglos de tradición y une a cristianos de Oriente y Occidente en una misma voz de alabanza.
La presencia del Papa en este acto no fue un simple gesto protocolario, sino la expresión de una amistad fraterna que se ha fortalecido entre ambas Iglesias. En el corazón de Estambul, ante reliquias veneradas desde la antigüedad y bajo las bóvedas que han sido testigo de concilios, cismas y reconciliaciones, León XIV compartió una oración que hunde sus raíces en los primeros siglos del cristianismo.
El Papa participó en un clima profundamente respetuoso, consciente de que en esa liturgia estaba representado un anhelo histórico: el de recuperar una comunión que no borre la identidad de cada Iglesia, sino que revele la unidad esencial de la fe en Cristo.
La doxología: una palabra de gloria que recorre la historia cristiana
La celebración brindó además la oportunidad de explicar, especialmente a los fieles que siguieron el acto desde distintos países, el significado de la doxología. Se trata de una fórmula de alabanza que desde los primeros tiempos de la Iglesia ha acompañado la oración comunitaria y personal.
Su nombre procede del griego doxa (gloria, alabanza) y logos (palabra), y significa “palabra de gloria”.
Aunque sencilla y breve, la doxología concentra toda la esencia de la fe cristiana: reconocer la grandeza de Dios, su acción salvadora y su presencia en la vida de los creyentes.
Su estructura suele ser trinitaria, recordando que la Iglesia profesa “al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”, como reza la doxología menor más conocida:
“Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo…”
Se proclama al final de los salmos, en la Liturgia de las Horas y en múltiples himnos y oraciones. Es un broche de oro que eleva el corazón del creyente y devuelve toda la gloria al Señor.
Para muchos fieles, escuchar esta fórmula rezada en griego, en una iglesia ortodoxa y en presencia del Papa, fue un símbolo viviente de la fe compartida que, pese a siglos de separación, nunca se ha extinguido.
Una alabanza que se convierte en puente entre Oriente y Occidente
La doxología del Papa y el Patriarca Bartolomé no solo fue un acto litúrgico, sino un gesto de profundo alcance ecuménico. En un mundo herido por la división y marcado por conflictos —incluidos los que afectan a regiones cercanas como Oriente Medio—, esta oración conjunta evocó la necesidad de volver a lo esencial de la fe.
León XIV, firme en su convicción de que la unidad cristiana es una de las prioridades de su pontificado, vio en este momento una expresión visible de ese compromiso. Y Bartolomé I, reconocido por su incansable trabajo en favor del diálogo entre las Iglesias, subrayó que estos encuentros no son meros gestos, sino pasos reales hacia la comunión.
La doxología de este sábado recordó a los cristianos que la alabanza común puede convertirse en puente, que la oración abre caminos donde antes había muros, y que la tradición compartida sigue siendo un tesoro capaz de unir a quienes profesan la misma fe en Jesucristo, Hijo de Dios.
En este contexto, el gesto conjunto del Papa y del Patriarca resonó como una señal luminosa de que la unidad no es solo un ideal, sino un horizonte posible cuando se camina con humildad, verdad y caridad.
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