10 de octubre de 2025

La tragedia golpea de repente

El 25 de septiembre, las intensas lluvias que azotaban Monterrey provocaron el derrumbe de una pared en Catujanes, afectando de lleno la vivienda de la familia Tamez Hinojosa. La corriente de agua entró con tal fuerza que arrastró a su bebé de siete meses, Glafiro Santiago.



En cuestión de segundos, la vida de Glafiro, de su esposa Daniela y de sus hijos cambió para siempre. El pequeño desapareció en medio del torrente de lodo y escombros, mientras sus padres luchaban desesperadamente por abrir una puerta que se resistía. Fue en ese instante cuando algo insólito ocurrió: una pequeña imagen de porcelana de la Inmaculada Concepción, regalo de la abuela de la familia, salió despedida por la misma corriente.

El signo providencial de la Virgen

Según contó Glafiro Tamez a medios locales, esa imagen tenía un lugar especial en la casa y siempre acompañaba a su hija mayor. Nadie podía explicar cómo la Virgen atravesó una ventanita diminuta, imposible de abrir en ese momento por la fuerza del agua. Lo cierto es que la pequeña estatua avanzó junto con la corriente, como si siguiera el camino del niño, hasta detenerse justo donde más tarde encontrarían al pequeño Glafiro.

El padre lo describe con emoción: “Mi hija siempre llevaba esa Virgen con ella. No pudimos abrir la puerta, ni entre varios hombres, y sin embargo la Virgen salió por la ventanita y fue a parar justo cerca de donde encontraron a mi hijo”.

Para la familia, aquella imagen no fue un objeto más arrastrado por el agua, sino un signo claro de que la Madre de Dios acompañaba en medio de la tragedia y no abandonaba a su hijo en peligro.

Un rescate lleno de esperanza

El hallazgo no significó el final de la angustia. El pequeño Glafiro Santiago fue rescatado prácticamente sin signos vitales. La familia, junto con el personal médico, luchó contra el tiempo y contra la desesperanza. Tras varios intentos de reanimación, finalmente el niño respondió.

Hoy su estado sigue siendo grave, pero hay señales alentadoras: mueve ligeramente sus dedos, presenta reflejos y su cerebro comienza a reaccionar. “Tose, tiene reflejos cuando bajan los sedantes, y eso nos da esperanza de que Dios quiere que se quede”, dijo el padre. Y añadió con fe: “Si Dios decide llevárselo, debemos aceptar su voluntad, confiando en que siempre hará lo que es mejor”.

Mientras tanto, las redes sociales se han convertido en un inmenso espacio de oración. Cientos de personas se han unido en cadenas de súplica por la recuperación del niño y por la fortaleza de su familia, que, en medio del dolor, dan un testimonio de fe profunda.

El relato de los Tamez Hinojosa es mucho más que la crónica de una tragedia natural: es la certeza de que la fe ilumina incluso los momentos más oscuros. Para ellos, la pequeña imagen de la Virgen María no fue un simple azar, sino un signo tangible de la protección maternal de María, que nunca abandona a sus hijos.

Oremos unidos por la vida del pequeño Glafiro Santiago y por la fortaleza de su familia, confiando en que el amor de Dios y la intercesión de la Virgen obrarán en esta historia de fe y esperanza.