¿Que quién soy?, soy un joven que cree; “¿en qué?”, me preguntarás; desde luego no en tu progreso, yo prefiero creer en la meta, en mi propósito, en mi último destino, es decir, en la Verdad; “¿qué verdad?”, insistes cada vez más confundido; en la Verdad con mayúsculas, la única que me libera infinitamente, porque su amor es infinito.
Pero no nos adelantemos, aún nos estamos conociendo y ya sabes que me gusta respetar los tiempos. Solo te daré un anticipo. Te prometo que todo irá tomando forma poco a poco. Ten fe. Como te decía, yo soy un joven que cree… en Él; es decir, soy un joven cristiano. Y mis razones te las presento a continuación, de corazón a corazón:
Soy cristiano porque creo en la Verdad como forma de vivir y encarar la vida; mi filosofía no es una escapatoria en forma de abstracción sino una Pasión que me liga con lo real, un Cuerpo que puedo ver con mis ojos, tomar con mi boca y sentir en la más profunda intimidad de mi ser.
Soy cristiano porque Cristo es la única Verdad que pone a mi orgullo en ayunas; la única que llena ese vacío que el mundo solo puede dejar para más tarde; la única que me libera realmente al obligarme a responder quién soy, en lugar de responder por mí.
Soy cristiano porque creo que soy lo que amo, y amando lo que me supera, me supero.
También soy cristiano porque Dios me ama incondicionalmente, ¡pero me quiere santo!; porque de nada sirve que yo ame si no amo como un héroe; y porque, en realidad, no puedo amar si no vivo buscándolo hasta el fin de mis días.
Soy cristiano porque rezar es la mejor forma de recordar que no solo existo sino que soy, de enterrar a mi ego y de gritarle “¡AHORA NO!” a mis miedos, de servirme de la razón en lugar de ser su esclavo, y de hacer del sufrimiento la semilla de mi redención.
Soy cristiano porque quiero ser un hombre y no un fantasma; porque creo que el valiente no es el que confirma, sino el que entrega su vida por lo que cree; porque las verdades más importantes no se entienden si no es por la fe; y porque lo que no doy, me lo quito, pues lo mejor que hay en mí no está hecho para mí, sino para los demás.
Pero, sobre todo, soy cristiano por la gracia de Dios, pues nada de esto se me hace posible si no es por Él…
¡Amén!