El Vaticano alza la voz para salvar el “cine misionero”: un patrimonio espiritual que podría perderse para siempre
25 de noviembre del 2025
En el corazón de Roma, entre los muros centenarios del histórico Palacio de Propaganda Fide, el Vaticano ha encendido una alarma que resuena más allá del ámbito cultural: la urgente necesidad de rescatar, conservar y redescubrir el inmenso archivo audiovisual que los misioneros católicos han generado durante más de un siglo. No se trata simplemente de un repositorio de imágenes antiguas, sino de una memoria viva de la acción evangelizadora de la Iglesia, de culturas encontradas, de testimonios de fe captados en película por hombres y mujeres que no solo evangelizaban con la palabra, sino también con la lente. Esta llamada, expresada durante la presentación del libro Cine y misión. Fuentes audiovisuales e historia de las misiones católicas, ha vuelto a situar en el centro del debate eclesial un tesoro silencioso y amenazado por el paso del tiempo.
“Rescatar el cine misionero es custodiar la memoria de la fe allí donde la Iglesia ha sembrado esperanza”.
Un llamamiento desde Roma para rescatar un tesoro escondido
La presentación del volumen se celebró el 20 de noviembre, en un ambiente impregnado de historia misionera. Allí, Mons. Samuele Sangalli, secretario adjunto del Dicasterio para la Evangelización, abrió el encuentro con una afirmación que marcó la tónica de toda la jornada: las películas, fotografías y grabaciones producidas por misioneros no son simples documentos, sino “visiones de fe, de esperanza y de fraternidad”. Su mensaje recordó que quienes tomaban una cámara en territorios de misión no lo hacían solo para registrar escenas, sino para plasmar encuentros entre culturas, testimonios de entrega y la obra cotidiana de la gracia.
Desde otro ángulo, Mons. Dario Edoardo Viganò, presidente de la Fundación Memorias Audiovisuales del Catolicismo (MAC), insistió en el poder narrativo del cine para comunicar la belleza de la fe y el esfuerzo incansable de los misioneros. Para él, el audiovisual se convierte en un puente privilegiado entre la Iglesia y el mundo, capaz de mostrar aquello que a menudo las palabras no alcanzan: la dignidad de los pueblos evangelizados, la riqueza de sus tradiciones y el testimonio silencioso de quienes dieron la vida en la misión.
Este esfuerzo editorial, fruto de la colaboración con la Biblioteca Apostólica Vaticana, el Archivo Histórico de Propaganda Fide y diversos organismos eclesiales, recoge años de investigación y culminó en un congreso internacional celebrado en octubre de 2024. El objetivo común: poner en valor un legado inmenso, disperso y, en muchos casos, invisible.
Material frágil y memoria amenazada: la urgencia de salvar un archivo único
Uno de los puntos más subrayados durante el encuentro fue la vulnerabilidad extrema de este patrimonio. Muchas de las cintas filmadas a lo largo del siglo XX siguen conservándose en su formato original: películas en nitrato de celulosa, un material altamente inflamable y químicamente inestable. Sergio Palagiano, del Archivo General de la Compañía de Jesús, explicó que cada año que pasa aumenta el riesgo de perder para siempre estas imágenes, no por desinterés, sino por falta de medios para asegurar su preservación.
La digitalización requiere tecnología especializada, tiempo y recursos económicos que no siempre están al alcance de las congregaciones misioneras. Sin embargo, como recordó Viganò, la conservación no es un lujo técnico, sino un acto moral: cuidar estos materiales es honrar la memoria eclesial, proteger la historia de evangelización y garantizar que las generaciones futuras puedan acceder a ella.
Los expertos insisten en que no se trata solamente de restaurar el pasado, sino de evitar un apagón cultural que privaría a la Iglesia universal de una herramienta pedagógica, antropológica y evangelizadora de valor incalculable.
Un “cine apostólico”: imágenes que no buscan aplausos, sino conversión
El encuentro también dedicó un amplio espacio a definir la verdadera naturaleza de este cine. Para el profesor Gianluca Della Maggiore, estas películas no pueden juzgarse con los criterios habituales del cine comercial. No fueron concebidas para festivales ni para salas multitudinarias. Su propósito era otro: acompañar la misión, suscitar reflexión comunitaria y fortalecer la vida de fe.
Estas producciones, a menudo clasificadas como “amateurs”, deben entenderse como parte de un “cine útil”, un “cine apostólico” cuyo valor no reside en su perfección técnica, sino en su capacidad pastoral. En parroquias, oratorios, escuelas y comunidades misioneras, estas imágenes sirvieron —y aún pueden servir— para generar espacios de encuentro, diálogo y formación.
Lejos de buscar reconocimiento artístico, este cine aspira a algo más profundo: invitar a la conversión, animar a la fraternidad y transmitir la experiencia viva del Evangelio en tierras lejanas. Es un cine que evangeliza, que niega la indiferencia, que invita a mirar con los ojos del corazón.
Un recurso para el hoy de la Iglesia: memoria viva al servicio de la evangelización
Los ponentes insistieron finalmente en que estas imágenes no son reliquias del pasado, sino herramientas activas para la misión contemporánea. Mons. Sangalli subrayó la responsabilidad de la Iglesia actual de poner este legado al alcance del pueblo de Dios, integrándolo en la catequesis, la formación misionera y la reflexión pastoral.
Las colecciones conservadas por instituciones como los salesianos, los jesuitas o la Agencia Fides constituyen una verdadera cartografía espiritual del encuentro entre fe y cultura. En ellas se registran rostros, tradiciones, lenguas y territorios que fueron testigos del anuncio del Evangelio. A la vez, muestran cómo la Iglesia comprendió —ya desde mediados del siglo XX— que la imagen tenía una fuerza evangelizadora extraordinaria. Flavio Belluomini, archivero del Archivo Histórico de Propaganda Fide, recordó que este organismo impulsó tempranamente producciones cinematográficas y llegó incluso a gestionar su distribución internacional en la década de 1950.
Hoy, en un mundo saturado de pantallas y narrativas efímeras, el cine misionero puede convertirse en un instrumento profundamente actual: una llave para comprender el papel cultural de la Iglesia, un apoyo para la nueva evangelización y un recordatorio de que la misión sigue viva y en camino.
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