“La muerte no tiene la última palabra”: el conmovedor mensaje del Papa León XIV a un padre que perdió a su hijo
21 de octubre de 2025
En una de las respuestas más humanas y llenas de consuelo de su pontificado, el Papa León XIV escribió a un padre italiano que perdió a su hijo de 13 años, compartiendo con él palabras de esperanza y fe en la vida eterna. En una carta publicada en la revista Piazza San Pietro, el Santo Padre recordó que, incluso en medio del dolor más insoportable, Cristo resucitado ofrece una promesa que ninguna muerte puede apagar: “la vida vence siempre”.
“¡La muerte no tiene nunca la última palabra! La última palabra es la resurrección, la alegría que no se apaga y la vida que no termina”, afirmó el Papa León XIV.
"La fe no puede ser silenciada. Incluso bajo tierra, como en una estación de metro, el nombre de María brilla con la luz de la esperanza."
Una carta nacida del dolor, recibida con ternura
Francesco, un padre de familia italiano, decidió escribir al Papa para pedirle su bendición y compartir con él una herida que sigue viva a pesar del paso del tiempo: la pérdida de su hijo Domenico Maria, un adolescente lleno de vida que amaba el fútbol y los estudios, y que murió a causa de una enfermedad repentina e inesperada.
“Han pasado cerca de dieciocho años —escribió—, pero parece ayer. Era un muchacho lleno de esperanza, en la escuela y en el fútbol. Confiamos en que Dios lo haya acogido en su infinita bondad, como un ángel en el cielo.”
En su misiva, publicada por Piazza San Pietro, Francesco confía que su familia —su esposa y sus tres hijos— vive aferrada a la fe, esperando que su pequeño interceda por ellos desde el Cielo. Su carta, sencilla y dolorosa, se ha convertido en un testimonio de amor que ha tocado el corazón del Papa y de miles de lectores.
“Recen por él, recen con él”: la esperanza que nace de la oración
El Papa León XIV respondió personalmente a esta carta, con palabras que respiran ternura pastoral y fe profunda. Desde el primer párrafo, el Pontífice reconoció el sufrimiento del padre, pero lo invitó a mirar más allá del dolor, hacia la comunión eterna que solo el amor de Dios puede sostener.
“Es nuestra esperanza que Domenico Maria esté en el Cielo con Jesús y la Virgen, e interceda por su familia. Recen por él. Recen con él”, escribió el Papa.
El Santo Padre recordó que la oración no solo une al creyente con Dios, sino también con quienes ya han partido al encuentro del Señor. “La oración auténtica —añadió—, como el deporte auténtico, realizada juntos, crea lazos y une para siempre.”
Sus palabras, inspiradas en la afición del joven por el fútbol, evocan la idea de una familia que sigue “jugando en el mismo equipo”, aunque uno de sus miembros ahora lo haga desde el cielo.
El Papa alentó al padre a mantenerse “conectado con el Señor” incluso en medio de la oscuridad, asegurándole que la gracia de Dios llega siempre, incluso en los momentos en que parece imposible sentirla. “Tu carta testimonia una fe viva, una confianza en la resurrección. Tu familia unida a Domenico es un ejemplo para todos los padres que han perdido un hijo y buscan fuerza para levantarse”, le dijo.
“El dolor de perder un hijo nunca desaparece, pero cuando se vive en Cristo, se transforma en espera confiada del reencuentro eterno”, escribió el Papa León XIV.
“La muerte no tiene nunca la última palabra”
En la parte más intensa de su carta, el Papa León XIV abordó de frente el misterio de la muerte, para recordarle al padre —y al mundo entero— que la fe cristiana no termina en la tumba, sino que empieza realmente con la resurrección.
“Cristo, con su vida verdadera, nos enseña a renunciar a la cultura de la muerte tan presente en la sociedad”, escribió. Y añadió con fuerza: “¡La muerte no tiene nunca la última palabra!”.
Estas palabras, que resuenan como un eco del Evangelio, resumen la esencia del mensaje cristiano: la vida vence, siempre, cuando se vive en Dios.
El Papa explicó que la “última palabra” pertenece solo a Cristo, y esa palabra es resurrección: “La resurrección nos abre las puertas de la eternidad y de una alegría que no conoce desánimo ni dolor. Es la respuesta de Dios al grito del corazón humano que busca sentido incluso en medio de la pérdida”.
León XIV animó a Francesco a convertirse, en medio de su dolor, en un testigo del Evangelio de la vida, un hombre que, habiendo conocido el sufrimiento, pueda consolar a otros padres. “Sé sal de la tierra, con la luz de Cristo en tu corazón”, le pidió el Pontífice, recordándole que la fe compartida puede transformar el luto en esperanza.
Finalmente, el Papa ofreció su bendición a Francesco, a su esposa y a sus hijos, y extendió su oración “por todos los niños y jóvenes muertos prematuramente”, recordando que cada uno de ellos sigue vivo en el corazón de Dios.
El consuelo de un pastor que acompaña el sufrimiento
El mensaje del Papa León XIV ha sido recibido como un bálsamo para tantas familias que, como Francesco, han conocido el desgarro de la pérdida de un hijo. Su carta no ofrece respuestas fáciles, sino algo mucho más valioso: una mirada de fe que abraza el dolor sin negarlo, recordando que el amor de Dios puede transformar incluso la ausencia en presencia.
El Santo Padre, fiel a su estilo cercano y compasivo, se muestra una vez más como un pastor que escucha, que consuela y que invita a caminar con esperanza hacia la vida eterna, donde no habrá más lágrimas ni despedidas.
La historia de Francesco y Domenico Maria se ha convertido, gracias a esta carta, en una catequesis viva sobre la esperanza cristiana, un recordatorio de que la fe no elimina el dolor, pero lo transfigura en una certeza luminosa: la de un Padre que nos espera, con los brazos abiertos, en la casa del Cielo.
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