León XIV en el Jubileo de la Consolación: “El dolor no tiene la última palabra, el amor que perdona sí”
16 de septiembre de 2025
En una emotiva vigilia de oración celebrada en la Basílica de San Pedro, el Papa León XIV presidió este 15 de septiembre el Jubileo de la Consolación, un encuentro pensado para llevar esperanza a quienes atraviesan sufrimientos profundos. Ante miles de fieles reunidos en la basílica, el Santo Padre recordó que la verdadera consolación solo puede encontrarse en Cristo, el único que “enjuga toda lágrima” y que nos abre el sentido de la historia incluso en los momentos más oscuros.
La ceremonia estuvo marcada por un clima de silencio orante, testimonios conmovedores y el llamado del Pontífice a transformar el dolor en un camino de esperanza y reconciliación.
«El Papa nos recuerda que donde el dolor es más profundo, la esperanza en Cristo debe ser aún más fuerte y abrir el camino al perdón y a la paz.»
Historias que enseñan a perdonar y transformar el dolor
Antes de pronunciar su homilía, León XIV escuchó dos testimonios que conmovieron profundamente a la asamblea. El primero fue el de Lucia Di Mauro, quien narró cómo, tras el asesinato de su esposo por un grupo de jóvenes, encontró la fuerza para perdonar y ayudar en la rehabilitación de uno de los responsables. El segundo, el de Diane Foley, madre del periodista James Foley —decapitado por el Estado Islámico en 2014—, quien habló de la fuerza que le dio la fe para transformar el luto en compromiso por la paz.
“Donde el dolor es profundo, más fuerte debe ser la esperanza que nace de la comunión”, afirmó el Papa, subrayando que la violencia nunca es la última palabra y que “es vencida por el amor que sabe perdonar”.
Las lágrimas como lenguaje del alma y puente hacia Dios
En su homilía, el Pontífice meditó sobre el valor espiritual de las lágrimas. “Son un grito mudo que implora compasión y consuelo”, dijo, explicando que no deben ocultarse, pues purifican el corazón y expresan el anhelo de un mundo nuevo. León XIV recordó a San Agustín y su búsqueda de respuestas ante el problema del mal, insistiendo en que las preguntas y los lamentos pueden ser oración cuando se dirigen a Dios como en los Salmos.
“En la Iglesia buscamos el cielo abierto, que es Jesús, el puente de Dios hacia nosotros”, destacó el Papa, invitando a los fieles a convertir su sufrimiento en oración confiada, aun en medio de la tormenta.
Consolación que se comparte y se convierte en paz
El Santo Padre también pidió a los presentes ser portadores de consolación para otros: “Cuando se recibe consolación de Dios, entonces se es capaz de ofrecer consolación también a los demás”. En este contexto, llamó a trabajar por la paz y a no resignarse ante el dolor que provocan las guerras, recordando que “la verdadera consolación es mostrar que la paz es posible”.
En un gesto cargado de simbolismo, León XIV bendijo medallas de cera con la figura del Cordero Pascual, el Agnus Dei, recordando que “Jesús es la victoria del bien sobre el mal” y que en Él siempre hay esperanza. Concluyó encomendando a todos a la Virgen María, “la Madre que nunca abandona”, e invitando a mirar la vida eterna con confianza: “Los que amamos y que nos han sido arrebatados no están perdidos, sino en los brazos del Buen Pastor que un día nos los devolverá”.
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