León XIV: “Nadie en la Iglesia debe imponer sus ideas; la verdad no se posee, se busca juntos”
27 de octubre de 2025
El Papa llama a una Iglesia más fraterna, humilde y participativa durante la Misa del Jubileo de los Equipos Sinodales, en el marco del Año Santo
En una jornada marcada por la reflexión, el encuentro y el deseo de comunión, el Papa León XIV presidió este domingo la Misa del Jubileo de los Equipos Sinodales y de los órganos de participación, en la que dirigió un profundo mensaje sobre el sentido de la sinodalidad y la vida eclesial. Desde la Basílica de San Pedro, el Pontífice exhortó a toda la comunidad cristiana a superar las tensiones internas y a vivir la fe “como un camino compartido, no como una conquista individual”.
"Ser Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca juntos, dejándonos guiar por un corazón inquieto y enamorado del Amor”, afirmó el Santo Padre durante su homilía."
El mensaje, pronunciado ante representantes de diócesis, parroquias y movimientos eclesiales de todo el mundo, se enmarca en el Año Jubilar de la Sinodalidad, una de las grandes iniciativas del pontificado de León XIV, heredera directa del proceso iniciado por su predecesor, el Papa Francisco, tras el Concilio Vaticano II.
Una Iglesia donde nadie manda y todos sirven
El Papa recordó con fuerza que “nadie en la Iglesia debe imponer las propias ideas”, sino caminar al ritmo del amor y de la escucha mutua. “La regla suprema en la Iglesia es el amor”, insistió, advirtiendo que las tensiones entre tradición y novedad, autoridad y participación, no deben convertirse en “contraposiciones ideológicas”.
León XIV explicó que la sinodalidad no es una estrategia administrativa, sino una forma evangélica de vivir la comunión. “Nadie está llamado a mandar, todos lo están a servir; ninguno posee la verdad entera, todos debemos buscarla juntos y con humildad”, expresó.
El Pontífice pidió que el camino sinodal sea “una experiencia viva de comunión, donde el Espíritu Santo armonice la diversidad y transforme los conflictos en oportunidades de crecimiento espiritual”. En ese sentido, exhortó a los Equipos Sinodales a ser “laboratorios de escucha y fraternidad”, espacios donde la Iglesia se reconozca “como pueblo peregrino que avanza unido hacia Dios”.
El Papa subrayó que las relaciones en la Iglesia no deben responder a las lógicas del poder, sino a las del amor, y pidió construir una comunidad más participativa, “capaz de acoger a todos sin distinción”.
Del orgullo al servicio: el Evangelio como espejo de comunión
En su homilía, León XIV meditó sobre la parábola del fariseo y el publicano, en la que Jesús contrapone la soberbia del primero con la humildad del segundo. “El fariseo sube al templo no para orar, sino para alabarse a sí mismo. Está tan obsesionado con su ego que se aísla de Dios y de los demás”, explicó el Papa, añadiendo que esa actitud puede reproducirse en la vida eclesial cuando “el yo prevalece sobre el nosotros”.
El Santo Padre advirtió que la “pretensión de ser mejor que los demás” crea división y destruye la comunión, transformando la comunidad cristiana en un espacio que juzga y excluye. “Cuando la Iglesia se enorgullece de sí misma, deja de reflejar el rostro de Cristo”, dijo con firmeza.
Por el contrario, el Papa ensalzó la figura del publicano, que ora con humildad y reconoce su necesidad de Dios. “También nosotros, como Iglesia, debemos aprender a reconocernos necesitados los unos de los otros. No somos perfectos, sino peregrinos que avanzan con amor y paciencia”, afirmó.
León XIV invitó a toda la comunidad eclesial a abandonar las lógicas de poder y a redescubrir el servicio como centro de la vida cristiana: “Ser Iglesia no significa estar por encima del mundo, sino ponerse de rodillas para lavar los pies de la humanidad”.
Una Iglesia que se ensancha y camina unida
El Papa hizo un llamado concreto a los Equipos Sinodales y órganos de participación para que ayuden a ensanchar el espacio eclesial, haciéndolo “más colegial, más inclusivo y más acogedor”. “La Iglesia del futuro —dijo— debe ser totalmente sinodal, totalmente ministerial y totalmente atraída por Cristo”.
Recordó que el proceso sinodal no pretende eliminar las tensiones entre unidad y diversidad, sino permitir que el Espíritu Santo las fecunde y las armonice: “No se trata de resolver los contrastes reduciendo unos polos a otros, sino de dejarlos transformarse en un discernimiento común”.
En este sentido, León XIV retomó las palabras del Papa Francisco en su Mensaje de Cuaresma de 2025, quien había señalado que “la vocación de la Iglesia es caminar juntos”. “Caminar juntos —añadió León XIV— significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios.”
El Pontífice exhortó a soñar con una Iglesia “humilde y servidora, no triunfante ni autorreferencial”, y describió la sinodalidad como una oportunidad providencial para redescubrir el rostro manso y cercano del Evangelio.
“Una Iglesia sinodal es aquella que no se mantiene erguida como el fariseo, sino que se abaja con humildad para acoger a todos. No es una Iglesia que juzga, sino una Iglesia que abraza y acompaña”, afirmó el Papa.
Al concluir la celebración, León XIV pidió al Espíritu Santo que guíe este proceso de renovación eclesial, “para que la Iglesia sea siempre casa abierta, mesa compartida y taller de esperanza para el mundo”.
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