Mons. Munilla alerta sobre las heridas invisibles del aborto: “El síndrome postaborto existe, yo lo he visto”
07 de octubre de 2025
El obispo de Orihuela-Alicante ofrece cinco reflexiones sobre las consecuencias psicológicas y espirituales del aborto, recordando que la mujer se convierte también en víctima y llamando a un camino de sanación interior.
“A lo largo de los años he podido constatar las profundísimas heridas que el aborto deja en una mujer; es la segunda víctima, después del niño no nacido”, afirma Mons. José Ignacio Munilla, quien ha querido dar voz al dolor silenciado de miles de mujeres en todo el mundo.
«El síndrome postaborto existe. Lo he visto con mis propios ojos. Pero también he visto cómo la misericordia de Dios cura lo que parecía irremediablemente roto.»
“El síndrome postaborto existe”: una herida que pide ser reconocida
En una publicación difundida el 3 de octubre en sus redes sociales, Mons. José Ignacio Munilla —obispo de Orihuela-Alicante y una de las voces más activas de la Iglesia española en temas de bioética y defensa de la vida— compartió cinco reflexiones bajo un título contundente: “El síndrome postaborto existe: ¡yo lo he visto!”.
El prelado abordó con claridad un tema que continúa siendo objeto de controversia en el debate público y político: el Síndrome Postaborto (SPA), una realidad psicológica y espiritual que afecta a quienes han vivido la experiencia del aborto provocado.
“El síndrome postaborto puede definirse como la incapacidad de la mujer o del hombre para procesar la angustia, la culpa, la rabia o la tristeza por su experiencia de aborto”, recordó el obispo, citando además los resultados de un estudio canadiense
reciente que mostró que las hospitalizaciones por problemas de salud mental se duplican en mujeres que abortaron frente a las que llevaron su embarazo a término.
“Las heridas son reales —subraya Munilla—, y aunque muchos quieran negarlas, se manifiestan en forma de depresión, ansiedad, aislamiento, o incluso tendencias autodestructivas. Pero hay esperanza: el perdón y la sanación son posibles en Cristo”.
Sanar el corazón: de la culpa al perdón
El obispo español, que durante años ha acompañado pastoralmente a mujeres que sufren las secuelas del aborto, quiso también destacar el camino de sanación interior
que muchas han emprendido gracias a la fe y al acompañamiento psicológico y espiritual.
“No solo he visto las heridas del síndrome postaborto —afirmó—, sino también los itinerarios de sanación a los que acuden miles de mujeres en todo el mundo. Otras, por desgracia, siguen sufriendo sin saber dónde aliviar su dolor”.
Entre esos caminos de reconciliación, Mons. Munilla citó el Proyecto Esperanza,
fundado en 1999 en Chile y hoy extendido por gran parte de América Latina y Europa. Este programa de acompañamiento pastoral brinda apoyo a mujeres y hombres que buscan reconciliarse con Dios, con sus hijos perdidos y consigo mismos.
A través de terapias, oración y la vivencia de los sacramentos, este tipo de iniciativas buscan devolver la paz interior
y sanar las heridas emocionales y espirituales que deja el aborto. “Cada historia de conversión y perdón —añadió el obispo— es un signo del poder de la misericordia divina que transforma el dolor en esperanza”.
Una historia que marcó un antes y un después
Entre sus reflexiones, Mons. Munilla recordó también un ejemplo emblemático: el caso de Norma McCorvey, más conocida por su seudónimo judicial “Jane Roe”, cuyo nombre quedó ligado a la histórica sentencia Roe vs. Wade que legalizó el aborto en Estados Unidos en 1973.
“Esta mujer —explicó el prelado— fue durante años el ícono del movimiento proabortista. Pero lo que muchos ignoran es que, tras sufrir un profundo síndrome postaborto y recorrer un camino de conversión, se convirtió en una ferviente defensora de la vida”.
El testimonio de McCorvey —que se reconcilió con la fe católica y dedicó sus últimos años a promover la defensa del no nacido— es, según Munilla, una prueba de que “la gracia de Dios puede hacer florecer la verdad incluso sobre las ruinas del error”.
El obispo aprovechó este ejemplo para subrayar la dimensión espiritual y antropológica
de la crisis cultural actual: “El pensamiento dominante pretende imponer una antropología alternativa, donde la ideología se sitúa por encima de la biología. De ahí que se niegue incluso lo evidente: el dolor que deja el aborto y el valor sagrado de toda vida humana”.
Realidad y esperanza frente a la ideología
Mons. Munilla advirtió además sobre la manipulación ideológica que impide a muchos reconocer la evidencia del sufrimiento postaborto. “Los mismos que niegan el síndrome postaborto —dijo— se niegan también a realizar estudios sobre las consecuencias del divorcio o la desestructuración familiar. No están dispuestos a que la realidad arruine su ideología”.
Estas palabras se producen en un contexto político marcado por nuevas iniciativas del Gobierno español en materia de aborto. El presidente Pedro Sánchez ha anunciado su intención de incluir el aborto como un derecho constitucional, mientras en el Ayuntamiento de Madrid se aprobaba una moción impulsada por la concejal Carla Toscano (Vox) y apoyada por el Partido Popular para que los servicios municipales ofrezcan información obligatoria sobre el síndrome postaborto.
El debate ha reabierto una herida profunda en la sociedad española, enfrentando a quienes sostienen que las consecuencias psicológicas del aborto no están científicamente probadas, y a quienes, como Munilla, sostienen que la realidad del sufrimiento humano no puede negarse por decreto.
Un llamado a la verdad y la compasión
“La mujer no necesita ser juzgada, sino sanada. No necesita ideología, sino misericordia”, expresó el obispo en el cierre de su mensaje. Para Munilla, la respuesta cristiana al drama del aborto pasa por el acompañamiento, la escucha y la esperanza, no por la condena.
En esa línea, animó a los fieles a orar por las mujeres que han pasado por esta experiencia y a promover una cultura de la vida “que no solo proteja al niño por nacer, sino también al corazón de la madre”.
El obispo de Orihuela-Alicante insistió en que la Iglesia “no está llamada a señalar con el dedo, sino a ofrecer los brazos de Cristo”, recordando que el perdón de Dios “es más grande que cualquier pecado”.
Mientras España se adentra en un nuevo debate sobre la vida, las palabras de Mons. Munilla resuenan como una voz que no se resigna al silencio: una voz que recuerda que tras cada aborto hay dos víctimas, pero también la posibilidad de una redención que sana y transforma.
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