Transhumanismo frente a la fe: ¿puede la tecnología prometer lo que solo Dios concede?
02 de octubre de 2025
En un mundo que avanza a un ritmo vertiginoso en el terreno científico y tecnológico, el transhumanismo
se presenta como una corriente que sueña con superar las limitaciones humanas, incluso la enfermedad y la muerte. Grandes empresarios como Jeff Bezos o Larry Page invierten miles de millones en proyectos que buscan alargar la vida y desafiar el envejecimiento, mientras que compañías como Neuralink exploran la posibilidad de conectar el cerebro humano con máquinas. Sin embargo, frente a estas propuestas de inmortalidad digital y perfeccionamiento artificial, la Iglesia Católica recuerda que la dignidad humana no reside en la fuerza física ni en la inteligencia, sino en el amor, el servicio y la esperanza en la resurrección.
«La verdadera plenitud del hombre no vendrá de algoritmos ni de implantes, sino de la unión con Cristo que transforma y redime la fragilidad»
La mirada de la Iglesia: ciencia al servicio del hombre, no al revés
La Iglesia Católica no rechaza la ciencia ni la innovación. Al contrario, la historia muestra cómo sacerdotes y religiosos fueron pioneros en cosmología, genética, arquitectura y hasta en los orígenes de internet. Hoy, instituciones católicas de salud aplican con esperanza terapias genéticas que pueden curar enfermedades graves como la anemia falciforme o la beta-talasemia.
Lo que la Iglesia rechaza es que el progreso tecnológico se use para experimentar con vidas humanas como si fueran objetos descartables. Por ello condena prácticas como la selección genética de embriones mediante fecundación in vitro, a la que algunos transhumanistas recurren para fabricar hijos con “ventajas” intelectuales o físicas. Esa lógica, bajo apariencia de progreso, esconde un trasfondo de neo-eugenesia que hiere la dignidad de los más vulnerables.
El Papa León XIV, en sintonía con sus predecesores, insiste en que el verdadero futuro de la humanidad no se construye eliminando a los débiles, sino reconociéndolos como hermanos. Cuidar de ellos, en lugar de descartarlos, es el camino que señala el Evangelio.
¿Un diálogo posible? Transhumanismo y esperanza cristiana
Algunos autores, incluso no creyentes, reconocen que la Iglesia fue en la Edad Media una especie de “Silicon Valley” de la época, impulsando innovación en múltiples campos. Hoy, este diálogo puede y debe mantenerse, siempre que se fundamente en un principio irrenunciable: la ciencia debe estar al servicio de la vida y no la vida al servicio de la ciencia.
Existen asociaciones como la Christian Transhumanist Association que intentan conciliar fe y tecnología. Pero para los católicos, el horizonte nunca puede ser un “paraíso digital”, sino la transfiguración del hombre en Cristo, lo que los Padres de la Iglesia llamaron theosis. Dante, siglos antes de los modernos transhumanistas, ya describía en la Divina Comedia la experiencia sublime de “trasumanar”: un estado que trasciende lo humano, pero no por obra de circuitos y chips, sino por la gracia divina.
El verdadero “transhumanismo católico” no consiste en cargar con implantes ni en descargar la conciencia en una nube, sino en dejarse transformar por el Espíritu Santo, crecer en virtudes y vivir con la mirada puesta en la resurrección. En este camino, la técnica puede ser aliada siempre que respete la dignidad de cada persona, desde la concepción hasta la muerte natural.
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