Un abulense impulsa que la estación de tren de Ávila lleve el nombre de Santa Teresa de Jesús: “Sería un homenaje justo a la santa que dio nombre a nuestra ciudad”
21 de octubre de 2025
Antonio Sierra, un abulense de 89 años que pasó cuatro décadas fuera de España, ha iniciado una emotiva campaña para que la estación de tren de Ávila pase a llamarse “Estación Santa Teresa de Jesús”. Su propuesta busca rendir homenaje a la reformadora del Carmelo, doctora de la Iglesia y una de las figuras más universales del catolicismo. Aunque reside actualmente en Málaga, su amor por su tierra natal y su devoción por Santa Teresa de Ávila lo han llevado a promover esta iniciativa con perseverancia y fe.
“Santa Teresa es el alma de Ávila, y su nombre debería dar la bienvenida a quienes llegan a la ciudad donde ella nació.”
"Llevar el nombre de Santa Teresa en la estación sería recordar a todos los viajeros que la santidad no está lejos, sino en el corazón mismo de la vida cotidiana."
Una vida marcada por la devoción y el amor a su tierra
Antonio Sierra nació en Ávila, pero su trayectoria vital se desarrolló en distintos países de Europa. Trabajó durante cuarenta años en Francia, Reino Unido e Irlanda, donde dejó una huella notable fundando el Instituto Cultural Español, entidad que con el tiempo se transformó en el actual Instituto Cervantes.
Durante su estancia en Irlanda —relata—, le sorprendió la gran devoción y admiración que muchos católicos sentían por Santa Teresa de Jesús, a quien se referían con respeto y afecto como Saint Teresa of Avila. “Incluso en los años sesenta —recuerda— se realizaron programas de televisión dedicados a su vida y espiritualidad. Me impresionó descubrir cómo una mujer española del siglo XVI seguía inspirando a personas de todo el mundo.”
Ya jubilado y afincado en Málaga desde hace veinte años, Antonio no ha perdido el vínculo con su Ávila natal, ni con su “eterna patrona espiritual”. “A veces cierro los ojos y recuerdo el frío, la nieve, las murallas… y pienso en Teresa caminando por esas mismas calles, con una fe ardiente y una sonrisa serena”, confiesa.
Ese amor a su tierra y su profunda devoción lo impulsaron a proponer oficialmente que la estación de tren de Ávila lleve el nombre de la santa, como reconocimiento a la mujer que proyectó la espiritualidad española más allá de sus fronteras.
Un proyecto sencillo pero lleno de simbolismo
La iniciativa de Antonio Sierra comenzó con una carta dirigida al Ministerio de Transportes, en la que solicitaba el cambio de nombre de la estación ferroviaria de la ciudad. La respuesta inicial fue “positiva, pero a medias”, explica. “Me dijeron que estaban de acuerdo en principio, pero que todos los gastos asociados al cambio —rotulación, señalética, documentación— correrían por mi cuenta. No especificaron la cifra, pero se entiende que sería muy alta para una persona particular.”
Lejos de rendirse, decidió acudir al Ayuntamiento de Ávila para recabar apoyo institucional. “He hablado con todos los grupos políticos y, de manera verbal, todos se han mostrado favorables. El único que me ha entregado un respaldo por escrito ha sido el PSOE, pero el alcalde ni siquiera me ha dado acuse de recibo”, lamenta.
A pesar de los obstáculos burocráticos, Sierra continúa con su empeño. “No busco reconocimiento personal —dice con humildad—. Sólo quiero que Ávila tenga un símbolo más que recuerde a su hija más ilustre. Quien llega a la ciudad por tren debería encontrarse con el nombre de Santa Teresa antes incluso de ver las murallas.”
El proyecto no sólo ha suscitado interés entre los vecinos de la ciudad, sino también adhesiones de instituciones culturales, asociaciones religiosas y particulares, que ya han enviado cartas de apoyo al consistorio. La propuesta ha sido vista por muchos como una oportunidad para vincular la espiritualidad, la historia y la identidad local en un gesto cargado de significado.
Santa Teresa, el corazón espiritual de Ávila y de España
Santa Teresa de Jesús —Teresa de Cepeda y Ahumada— nació en Ávila en 1515 y fue fundadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas, reformadora incansable, mística y escritora de una profundidad teológica que la convirtió en Doctora de la Iglesia, título que recibió en 1970 junto a Santa Catalina de Siena.
Su figura no solo forma parte del patrimonio espiritual de España, sino que es también patrimonio universal del cristianismo. Su obra —El Libro de la Vida, Camino de Perfección, Las Moradas— ha sido traducida a decenas de idiomas y sigue siendo leída y meditada en todo el mundo.
“Santa Teresa —explica Antonio— es mucho más que una figura religiosa. Es un símbolo de fe viva, de valentía, de reforma interior y exterior. Poner su nombre en la estación sería unir lo cotidiano y lo trascendente: el viaje físico del tren con el viaje espiritual hacia Dios.”
Para Sierra, Ávila no se entiende sin Santa Teresa, y el visitante que llega a la ciudad debería percibir desde el primer momento que está entrando en un lugar marcado por su espíritu. “Sería un gesto hermoso y justo —añade—, porque cada rincón de la ciudad respira su presencia. La estación no puede ser una excepción.”
Un gesto de fe, historia y gratitud
El impulso de Antonio Sierra se ha convertido, con el paso de las semanas, en algo más que una petición administrativa. Su iniciativa ha reavivado en muchos abulenses el orgullo y la devoción por su santa patrona, despertando el deseo de que su legado siga siendo visible en los espacios públicos.
Algunos vecinos han propuesto incluso que el cambio de nombre coincida con una conmemoración teresiana, como el aniversario de su nacimiento o de su canonización, para convertir el acto en una celebración popular y religiosa.
Mientras tanto, Antonio continúa enviando cartas, reuniendo apoyos y hablando con los medios de comunicación, convencido de que su propuesta es un “granito de arena para mantener viva la fe y la identidad de Ávila”.
A sus 89 años, este abulense incansable demuestra que la fe y el amor por las raíces no entienden de edad ni de fronteras. Desde la cálida Málaga, sigue luchando por rendir tributo a aquella mujer que, cinco siglos después, continúa inspirando al mundo con su palabra, su vida y su ejemplo.
Y quizás, si su sueño se cumple, los trenes que lleguen a la ciudad amurallada no sólo detendrán su marcha en una estación, sino en un lugar de memoria y oración: la Estación Santa Teresa de Jesús.
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