Comienza el Adviento 2025 y vuelve el Ciclo A: así renueva la Iglesia el corazón de la Palabra cada tres años
18 de noviembre del 2025
Con el Primer Domingo de Adviento, que este año llegará el 30 de noviembre, la Iglesia Católica abre oficialmente un nuevo Año Litúrgico: el periodo 2025-2026. Con él inicia también el Ciclo A, un momento clave dentro de la organización trienal que regula las lecturas bíblicas de los domingos y solemnidades. A pesar de que para muchos fieles este sistema puede resultar complejo, su finalidad es profundamente pastoral: permitir que, a través de la Liturgia, el Pueblo de Dios escuche la Palabra de manera amplia, ordenada y coherente.
“El Año Litúrgico nos enseña que, al ritmo de la Palabra, Dios educa nuestro corazón paso a paso”.
“El Año Litúrgico nos enseña que, al ritmo de la Palabra, Dios educa nuestro corazón paso a paso”.
Un nuevo Año Litúrgico que comienza con la esperanza del Adviento
Mientras el mundo civil se prepara para cerrar diciembre, la Iglesia inicia su camino espiritual semanas antes. El Año Litúrgico no sigue el calendario ordinario, sino el ritmo propio de los misterios de Cristo.
Comienza con Adviento, tiempo de espera y vigilancia, y finaliza con la Solemnidad de Cristo Rey.
El ciclo que abre este 30 de noviembre se extenderá hasta el 28 de noviembre de 2026 y recorrerá, como siempre, los seis grandes momentos de la vida cristiana: Adviento, Navidad, Cuaresma, Triduo Pascual, Pascua y Tiempo Ordinario.
Este marco no es un simple orden práctico, sino una pedagogía espiritual: una forma de introducir gradualmente a los fieles en la vida de Cristo, de manera que cada año renueve la fe, fortalezca la esperanza y reactive la caridad.
Qué es el Ciclo A y cómo marca la liturgia dominical
La Iglesia distribuye la proclamación del Evangelio de los domingos en un esquema trienal: A, B y C.
Esta estructura fue establecida tras la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, especialmente a partir del Ordo Lectionum Missae de 1969, que organizó las lecturas para permitir una mayor riqueza bíblica en la Misa.
- Ciclo A: Evangelio según San Mateo.
- Ciclo B: Evangelio según San Marcos.
- Ciclo C: Evangelio según San Lucas.
El Evangelio de San Juan aparece con mayor frecuencia durante la Pascua y en momentos particulares de otros tiempos fuertes.
Así, al comenzar el Ciclo A, los fieles se reencuentran con la voz serena y catequética de Mateo, el evangelista que muestra a Jesús como Maestro y Mesías prometido, profundamente arraigado en la historia de Israel.
Durante este Adviento, por ejemplo, las primeras lecturas procederán de Isaías, mientras que las segundas se tomarán de diversas cartas apostólicas, en armonía con el Evangelio de Mateo que acompañará los domingos del año.
La intención es clara: que a lo largo de tres años la Iglesia escuche prácticamente todo el mensaje de los cuatro evangelios, con una profundidad progresiva que permita al fiel comprender mejor la Palabra que escucha cada semana.
Año par, año impar: así funcionan las lecturas de las ferias
Además del ciclo dominical, existe otro sistema menos conocido pero fundamental para las Misas de lunes a sábado durante el Tiempo Ordinario: el ciclo bienal, que distingue los años pares de los impares.
- Año I → años impares
- Año II → años pares
Como el Año Litúrgico 2025-2026 es año par, corresponderá utilizar el Leccionario II para las lecturas feriales.
Este orden permite que, en dos años, el pueblo cristiano escuche gran parte del Antiguo y del Nuevo Testamento en la misa diaria. Fue un deseo explícito del Concilio: ampliar el horizonte bíblico para que la eucaristía sea verdaderamente un encuentro con la Palabra viva y abundante.
Este sistema se coordina con el trienio dominical, de modo que ambos —ciclo trienal y bienal— construyen un recorrido integral a través de la Escritura.
Escuchar toda la Biblia: la gran intención del Vaticano II
La estructura actual de lecturas tiene como fundamento la Constitución Sacrosanctum Concilium, donde se pide que los fieles tengan acceso más amplio a los “tesoros de la Sagrada Escritura”.
Esta disposición no es una cuestión técnica: expresa la convicción de que la fe crece cuando se alimenta de la Palabra de Dios proclamada, explicada y meditada.
Por eso, después de tres años completos en los domingos y dos años en las ferias, la Iglesia asegura un recorrido casi total por las páginas más importantes de la Biblia.
Cada cristiano, aunque no lea la Escritura por su cuenta, puede escucharla de forma sistemática y profunda.
A través de esta pedagogía, el Año Litúrgico se convierte en un camino formativo, un hilo que une la historia de la salvación con la vida del creyente.
Con esta comprensión del inicio del Ciclo A, los fieles están invitados a vivir el Adviento no solo como un tiempo de espera, sino como la apertura de un nuevo itinerario espiritual que, domingo tras domingo, revelará la riqueza del Evangelio de Mateo y renovará la vida interior de toda la Iglesia.
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