“Del P. Roberto al Papa León XIV: las anécdotas desconocidas que revelan el alma sencilla del Pontífice que conquistó al pueblo”
10 de noviembre del 2025
¿Qué se esconde detrás de la figura de un Papa? ¿Qué historias, gestos o momentos forjaron su carácter antes de que el mundo lo llamara “Santo Padre”? En su nuevo libro, De Roberto a León, el peruano Armando Lovera abre una ventana íntima y reveladora hacia la vida del actual Papa León XIV —antes conocido como Roberto Prevost— reuniendo anécdotas, vivencias y testimonios personales que constatan algo más profundo que su papel espiritual: su vocación de amistad y servicio. Desde el episodio que llevó a muchos de sus feligreses a creerle muerto hasta su amor por la música heredado de su madre, el relato dibuja un retrato vivo del Pontífice como pastor, hermano y amigo.
“El Papa León XIV no ha cambiado en su esencia: sigue siendo el sacerdote sencillo y fraterno que convertía la misión en amistad”.
Una amistad sellada en la misión: de Trujillo al mundo
El autor, Armando Lovera, recuerda el día que conoció al entonces P. Roberto Prevost en 1991, durante una visita a Colombia. “Pensé que sería un hombre rígido, por ser canonista, pero al saludarlo, se desmontaron todos mis prejuicios”, relata. Desde entonces, una amistad profunda les uniría durante más de siete años en la comunidad agustina de Trujillo, en el norte de Perú.
Durante ese tiempo, Prevost sirvió como párroco de Nuestra Señora de Monserrate, una comunidad que nació literalmente entre la tierra y la esperanza. “Los domingos llevábamos nuestras propias sillas, y el altar era muy sencillo”, recuerda Lovera. Entre arenales y amenazas de grupos subversivos, el sacerdote decidió permanecer junto a la gente. “Lo invitaron a marcharse por seguridad, y él prefirió quedarse. Ese testimonio marcó nuestra vida y nuestra fe”, afirma.
Pero hubo un episodio —tan inesperado como revelador— que también dejó huella: cuando muchos creyeron que el P. Roberto había muerto en un accidente. ¿Por qué? Un error tipográfico lo incluyó por equivocación entre las víctimas de un trágico suceso que él mismo había ayudado a reparar. En realidad, había recorrido más de 2.000 kilómetros para llevar a casa el cuerpo de un joven aspirante agustino. “Esa acción resume quién era Roberto: cercano, generoso, dispuesto a dar más allá de lo razonable”, señala Lovera.
Un hombre entre la gente: música, humor y humanidad
Lejos de la imagen solemne que suele acompañar a los jerarcas eclesiales, Roberto Prevost fue un joven párroco que cantaba con su comunidad, que jugaba al fútbol con los chavales, que escuchaba con hondura y pedía consejo con humildad. Su pasión por la música era uno de los hilos invisibles que tejían su entrega: una herencia de su madre, Mildred, contralto destacada de Chicago y devota intérprete del Ave Maria. Con el tiempo, su órgano electrónico terminó en la casa de formación que él fundó en Perú, como señal viva de un legado espiritual y familiar compartido.
Esa cercanía caló profundo entre quienes lo trataron. “Nunca ejerció como un distante soberano, sino como un hermano entre hermanos”, subraya Lovera. “Cada decisión pastoral venía de un discernimiento compartido. Sus puentes no se construían desde el poder, sino desde la razón y la empatía”.
Con los años llegó la sorpresa de su nombramiento episcopal, después cardenalicio, y finalmente su elección como Papa. “Yo siempre deseé que se quedara más cerca, pero al escuchar su nombre entre los papables, supe que el mundo estaba a punto de descubrir lo que nosotros ya sabíamos: era un hombre para todos”.
Un Papa de corazón sencillo: la amistad como modelo de misión
El libro no sólo recoge anécdotas, sino que propone una lectura espiritual: el Papa León XIV ha llevado al pontificado el mismo espíritu que forjó su camino pastoral. “Lo que siempre destacó en él fue su vocación de amistad”, asegura Lovera, quien recoge más de tres décadas de vivencias en primera persona. “Y cuando un amigo te ofrece su amistad, te está ofreciendo la amistad de Jesús”, escribe.
Para el autor, el estilo de gobierno del Papa no es casualidad: es una extensión de lo que ya era en silencio. “Quienes lo conocimos en 1991 y quienes lo ven ahora son testigos de lo mismo: un pastor alegre, sencillo y cercano. La diferencia es que hoy tiene el peso y la gracia de guiar a toda la Iglesia”.
Hoy, ya como Pontífice, León XIV sigue siendo aquel hombre que dejó su propia silla para colocar otra a su lado. El que se quedó en zonas de peligro sin dudarlo. El que escuchó antes de hablar. El que cantó con los suyos y llevó lo mejor de su madre y su tierra dondequiera que fue enviado.
Detrás de los muros del Vaticano, late un corazón que aprendió el Evangelio en las calles de Trujillo y lo expresó cantando música peruana. La obra de Lovera no sólo ilumina la vida de un Papa: invita a redescubrir que los grandes líderes de la fe son, ante todo, grandes amigos de Dios y de los hombres.
Compartir
Suscríbete a EWTN España
Mantente al día con nuestras noticias más importantes y recibe contenido exclusivo directamente en tu correo electrónico.
Otras noticias












