Dos tercios de la humanidad viven sin libertad religiosa: el nuevo informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada alerta sobre una persecución global y silenciosa
22 de octubre de 2025
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) presentó en Roma su Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo 2025, un documento que revela una realidad alarmante: más de 5.400 millones de personas viven en países donde la libertad religiosa está restringida o directamente suprimida. El estudio, que abarca 196 naciones, denuncia graves violaciones en 62 de ellas, marcadas por la persecución, la violencia y la represión sistemática de la fe.
“El derecho a la libertad de religión no solo está bajo presión: en muchos lugares está desapareciendo”, advirtió Regina Lynch, presidenta internacional de ACN, durante la presentación.
"“La libertad religiosa no pertenece solo a los creyentes, sino a toda persona que busca la verdad. Defenderla es defender la dignidad humana”, afirmó Lynch."
Un derecho humano en retroceso: la fe, bajo vigilancia y represión
El informe de ACN, que analiza el periodo comprendido entre enero de 2023 y diciembre de 2024, sitúa a 24 países en la categoría de “persecución”, donde la libertad religiosa sufre violaciones graves y sistemáticas. En estos lugares —que incluyen a China, Irán, Nigeria, Pakistán o Nicaragua—, los creyentes enfrentan arrestos, violencia, vigilancia masiva y leyes represivas. En el 75% de los casos, la situación se ha deteriorado respecto al informe anterior.
Otros 38 países presentan discriminación religiosa, restringiendo el culto, la educación o el acceso a cargos públicos de las minorías confesionales. En conjunto, el estudio revela que dos tercios de la población mundial carecen de una libertad plena para profesar su fe.
El documento, presentado este 21 de octubre en Roma, afirma que “el control de la fe se ha convertido en un instrumento de poder político”, especialmente en regímenes autoritarios donde la religión se percibe como una amenaza para la estabilidad del Estado.
En China, el uso de inteligencia artificial y vigilancia digital permite al Gobierno supervisar las actividades religiosas, censurar homilías y rastrear comunidades de creyentes, mientras que en Irán o Eritrea se siguen encarcelando a sacerdotes y laicos por su fe. En Nicaragua, la represión del régimen contra la Iglesia ha alcanzado niveles inéditos, con expulsiones de religiosas, confiscación de templos y arrestos de obispos.
“La represión religiosa se ha burocratizado: ahora se ejerce a través de leyes, algoritmos y sistemas de control social”, señala el informe.
El yihadismo y el nacionalismo religioso agravan la persecución
El estudio dedica un amplio capítulo a la expansión del extremismo islamista, que continúa siendo la causa principal de persecución en 15 países y un factor de discriminación en otros 10.
El Sahel africano —una franja de más de 5.000 kilómetros que cruza África de oeste a este— se ha convertido en el nuevo epicentro del terrorismo yihadista. Países como Burkina Faso, Malí, Níger o Nigeria viven bajo el terror de grupos como el Estado Islámico en el Sahel (ISSP) o el Jnim, filiales de Al Qaeda.
Las consecuencias son devastadoras: centenares de miles de muertos, millones de desplazados y miles de iglesias, escuelas y aldeas destruidas. En Burkina Faso, comunidades cristianas enteras han desaparecido, y sacerdotes y catequistas son asesinados por negarse a renunciar a su fe.
Paralelamente, el nacionalismo religioso —particularmente en Asia— se consolida como una forma de persecución estructural. En India, las minorías cristianas y musulmanas sufren acoso, exclusión legal y ataques instigados por movimientos ultranacionalistas. El informe habla de una “persecución híbrida”, donde se combina la violencia callejera con leyes discriminatorias.
Myanmar, Sri Lanka, Israel y Palestina también aparecen en el documento con graves limitaciones al culto y agresiones motivadas por motivos étnico-religiosos.
“El extremismo y el nacionalismo convierten la fe en frontera, cuando debería ser un puente”, lamenta ACN.
Guerras, crimen organizado y el nuevo rostro de la intolerancia en Occidente
El deterioro de la libertad religiosa se entrelaza con otros fenómenos globales: guerras, desplazamientos forzosos y el auge del crimen organizado.
En países como Sudán, Ucrania, Myanmar o Palestina, la destrucción de templos y la persecución de comunidades creyentes han creado lo que ACN denomina una “crisis silenciosa”. En Nigeria, las milicias radicalizadas de pastores fulani siguen cometiendo masacres contra aldeas cristianas, mientras que en Haití y México, grupos criminales asesinan o secuestran sacerdotes y religiosos para imponer control territorial.
El informe también advierte que la libertad religiosa retrocede incluso en las democracias occidentales, donde crecen los actos de odio y profanaciones contra lugares de culto. En 2023, Francia registró cerca de 1.000 ataques contra iglesias, Grecia más de 600, y en España, Italia y Estados Unidos se repiten cifras similares.
El conflicto entre Israel y Gaza, iniciado en octubre de 2023, ha generado un aumento sin precedentes de ataques antisemitas y anti-musulmanes: solo en Francia, los incidentes antisemitas crecieron un 1.000 %, y los delitos de odio contra musulmanes aumentaron un 29 %.
“El rechazo a la religión se disfraza a veces de modernidad, pero nace de una profunda intolerancia hacia la fe y hacia la libertad interior del ser humano”, denuncia el texto.
Tecnología, control y objeción de conciencia: nuevos desafíos a la fe
Uno de los capítulos más preocupantes del informe aborda el uso de la inteligencia artificial y la tecnología digital como herramientas de persecución religiosa.
En China y Corea del Norte, sistemas de reconocimiento facial controlan el acceso a templos, y las plataformas digitales censuran sermones y contenidos religiosos. En Pakistán y Afganistán, las redes sociales se utilizan para denunciar y criminalizar a creyentes, especialmente a las minorías cristianas y ahmadíes.
Incluso en Europa, el estudio señala una creciente presión contra la objeción de conciencia. En países como Bélgica, instituciones de inspiración cristiana son obligadas por ley a ofrecer servicios contrarios a su ideario —como aborto o eutanasia—, mientras que en Armenia, Ucrania o Rusia se encarcela a quienes se niegan al servicio militar por motivos religiosos.
Frente a esta realidad, ACN lanzó una campaña global titulada “La libertad religiosa es un derecho humano, no un privilegio”, pidiendo a los gobiernos y organismos internacionales la aplicación efectiva del artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que protege la libertad de pensamiento, conciencia y religión.
“La libertad religiosa es el termómetro del respeto a todos los demás derechos humanos. Su declive anuncia un retroceso general de las libertades fundamentales”, recordó Regina Lynch.
La fe que resiste: comunidades que transforman el dolor en esperanza
A pesar del panorama desolador que presenta el informe, ACN destaca la resiliencia de las comunidades religiosas en los lugares más perseguidos. En Mozambique, Burkina Faso o Siria, proyectos interreligiosos de educación y reconciliación muestran que la fe puede ser motor de paz y cohesión social.
Los voluntarios y misioneros que permanecen en zonas de conflicto continúan llevando ayuda humanitaria, educación y consuelo espiritual, incluso arriesgando su vida. “Donde el odio pretende destruir, la fe sigue construyendo”, subraya el documento.
La fundación concluye su informe con un llamado urgente a la comunidad internacional para que la defensa de la libertad religiosa no sea una causa olvidada, sino el eje de toda política de derechos humanos.
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