El artista malagueño Raúl Berzosa firma el retrato oficial de San Peter To Rot: “Quise pintar la luz serena de un alma fiel hasta el final”
21 de octubre de 2025
El pintor español Raúl Berzosa, reconocido por su maestría en el arte sacro contemporáneo, ha alcanzado un nuevo hito en su carrera al ser el autor del retrato oficial de San Peter To Rot, mártir papú canonizado el pasado domingo en la Basílica de San Pedro. La obra, desplegada en la fachada del templo vaticano durante la ceremonia presidida por el Papa León XIV, fue concebida como un homenaje visual a la fe inquebrantable de un catequista que entregó su vida por Cristo.
“Si el retrato logra transmitir algo de la luz interior de Peter To Rot y ayuda a fortalecer la fe de quienes lo contemplan, entonces la obra habrá cumplido su verdadera misión”, afirmó Raúl Berzosa.
"Cuando realizo retratos de mártires —confesó Berzosa—, siento un respeto inmenso. Ellos me enseñan que la belleza más profunda no está en la técnica, sino en el testimonio. Porque su entrega trasciende culturas, lenguas y épocas."
Una vida dedicada a pintar la fe que ilumina el mundo
Raúl Berzosa (Málaga, 1979) no es un nombre desconocido en los círculos artísticos del Vaticano. A lo largo de los años, ha pintado para la Oficina Filatélica de la Santa Sede, ha ilustrado libretos de ceremonias papales y ha visto sus obras en lugares emblemáticos, incluso en el Vía Crucis del Coliseo Romano. Sin embargo, como él mismo confesó emocionado, ninguna de sus creaciones había colgado jamás de la fachada de la Basílica de San Pedro, el corazón de la cristiandad.
Ese honor llegó el domingo 19 de octubre, cuando su retrato de San Peter To Rot, catequista y padre de familia nacido en Papúa Nueva Guinea, fue desplegado durante la ceremonia de canonización de los siete nuevos santos proclamados por el Papa León XIV.
“Es el culmen de una vida entregada a reflejar en el arte la luz de la fe”, explicó Berzosa a ACI Prensa. “Mi intención era transmitir la paz interior de To Rot, su fidelidad a Dios y su amor a la familia, esa serenidad que solo puede brotar de un alma que ha conocido la gracia.”
El nuevo santo, asesinado en 1945 por mantenerse fiel a su misión como catequista durante la ocupación japonesa, fue descrito por San Juan Pablo II, en su visita a Papúa Nueva Guinea en 1995, como “un faro que brilla con fuerza, una señal de fuego que invita a enarbolar los ideales de fe, amor y servicio que lo inspiraron”.
Berzosa quiso precisamente traducir esa metáfora en color y forma, dando vida a un retrato en el que el mártir aparece con mirada serena, vestido con la indumentaria tradicional de los catequistas papúes: camisa blanca y laplap azul, símbolo de su identidad cultural y espiritual.
El desafío de retratar a un mártir de la fe
“Retratar a un mártir no es solo una tarea artística; es un ejercicio espiritual”, confiesa el pintor. Para abordar la imagen de To Rot, Berzosa estudió durante semanas las pocas fotografías en blanco y negro que existen del catequista, además de un antiguo retrato en color y material documental proporcionado por el P. Tomás Agustín Ravaioli, vicepostulador de la causa de canonización.
“El mayor reto era respetar la verdad del personaje —explica—. No bastaba con reproducir sus rasgos; había que expresar su alma, su serenidad frente a la persecución, esa luz interior que brillaba incluso en medio del sufrimiento.”
El artista cuidó cada detalle del simbolismo. En el retrato, To Rot sostiene una Biblia y dos anillos, evocando su defensa del matrimonio cristiano, y porta una cruz colgada al cuello, la misma que, según los relatos, se negó a ocultar aun bajo amenaza de muerte. “Cuando los japoneses prohibieron las actividades apostólicas —recordó Berzosa—, muchos catequistas escondieron su cruz por miedo. Peter fue el único que la siguió mostrando con orgullo.”
En el fondo de la obra se insinúan los paisajes de Papúa Nueva Guinea, un entorno verde y luminoso que conecta al santo con su tierra y sus raíces. La composición está bañada por tonos celestes y verdosos, que el artista describe como “una atmósfera cálida, en la que la luz parece surgir del propio rostro del santo, símbolo de esperanza y de gracia”.
“Quise que la iluminación naciera desde dentro, no de una fuente externa. Es la luz del alma, la que convierte el sufrimiento en paz y el sacrificio en amor”, afirmó el pintor malagueño.
Un testimonio que trasciende culturas y tiempos
Peter To Rot fue un laico y catequista, esposo y padre de familia, que defendió su fe hasta el martirio durante la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial. A pesar de las amenazas y prohibiciones, continuó reuniendo a su comunidad para orar y enseñar el Evangelio, convirtiéndose en símbolo de resistencia pacífica y fidelidad al Evangelio.
Para Berzosa, ese testimonio “nos recuerda que la santidad no es cosa de héroes lejanos, sino de hombres y mujeres que viven con coherencia su fe en lo cotidiano”. En su opinión, la figura del mártir papú encarna la verdad más profunda del cristianismo: la entrega de la vida por amor a Cristo.
“El rostro de To Rot —añade— debía expresar la fortaleza del que no teme perderlo todo por el Evangelio, pero también la ternura del esposo y del padre que ama. Es la unión entre la firmeza y la misericordia, entre la cruz y la esperanza.”
El pintor confiesa que cada retrato de un mártir supone para él una experiencia espiritual. “Intento comprender —dice— esa mezcla de fuerza y calma que solo poseen quienes confían plenamente en Dios. Son vidas cortas, pero plenas de sentido, entregadas hasta el final.”
Con humildad, reconoce que su arte busca ser una herramienta de evangelización: “El arte sacro no es un fin en sí mismo, sino un medio para llevar a Dios a los corazones. Si mi obra consigue despertar la fe en alguien, ya ha cumplido su propósito.”
De Málaga al Vaticano: la fe hecha imagen
Con esta obra, Raúl Berzosa consolida su trayectoria como uno de los artistas religiosos más destacados del panorama internacional. Su pintura, de estilo realista y profundamente espiritual, ha sabido conectar la tradición iconográfica de la Iglesia con una sensibilidad contemporánea que emociona al espectador.
El retrato de San Peter To Rot, colgado en la fachada de la Basílica de San Pedro durante la canonización, permanecerá en la memoria de miles de fieles como una ventana abierta a la santidad cotidiana, a esa luz que no se apaga ni ante la muerte.
Con cada trazo, el artista malagueño no solo retrató un rostro, sino una historia de fe. Una historia que, desde una pequeña isla del Pacífico, llegó hasta el corazón del Vaticano, recordando al mundo que la santidad puede florecer en cualquier rincón del planeta.
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