El Papa León XIV, en el Domingo Mundial de las Misiones: “Rezamos por quienes lo dejan todo para llevar el Evangelio”

20 de octubre de 2025
Canonización

En el Domingo Mundial de las Misiones (Domund), celebrado este 19 de octubre, el Papa León XIV dirigió desde la Plaza de San Pedro un mensaje lleno de gratitud y esperanza hacia los misioneros que entregan su vida al servicio del Evangelio. El Pontífice recordó que ellos son “testigos de la esperanza entre los pueblos” y pidió oraciones por la paz en los lugares del mundo marcados por la guerra y la violencia, especialmente Myanmar, Tierra Santa y Ucrania.


Hoy rezamos especialmente por aquellos hombres y mujeres que lo han dejado todo para llevar el Evangelio a quienes no lo conocen. Son misioneros de esperanza entre los pueblos. Que el Señor los bendiga.

"Cada cristiano es un misionero en el lugar donde Dios lo ha puesto."

Un domingo dedicado a los testigos del Evangelio



Bajo un sol otoñal, la Plaza de San Pedro se llenó de fieles, familias y peregrinos llegados desde distintos países para participar en el Domingo Mundial de las Misiones, una jornada instituida por el Papa Pío XI en 1926 para sostener la labor evangelizadora de la Iglesia en los territorios de misión.


El Papa León XIV, con la serenidad y cercanía que caracterizan su magisterio, quiso centrar su mensaje en la gratitud hacia los misioneros —sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos— que, en los rincones más olvidados del planeta, anuncian a Cristo con valentía y amor.


“Ellos son las manos extendidas de la Iglesia —dijo el Pontífice—, hombres y mujeres que no buscan recompensas humanas, sino el gozo de hacer presente el amor de Dios donde la esperanza parece ausente.”


El Papa recordó con emoción su propia experiencia misionera en Perú, donde fue obispo durante varios años. “Conozco de cerca el sacrificio silencioso de tantos misioneros —afirmó—. Son semillas de Evangelio plantadas en tierras difíciles, que germinan en silencio, pero transforman la historia.”


Durante el rezo del Ángelus, León XIV invitó a los fieles a rezar por todos los misioneros, especialmente por aquellos que viven en lugares de conflicto, pobreza o persecución. “Que el Señor los fortalezca, los proteja y les conceda la alegría de ver los frutos de su entrega”, pidió.


“Que los instrumentos de guerra den paso a los de la paz”


En su mensaje dominical, el Papa no olvidó a los pueblos que sufren a causa de la violencia, la guerra y la injusticia. Con tono grave, expresó su profunda preocupación por la situación en Myanmar, país que atraviesa una prolongada guerra civil desde el golpe de Estado de 2021.


“Las noticias que nos llegan son dolorosas —lamentó—. Se informa de continuos enfrentamientos armados y bombardeos aéreos, incluso sobre personas e infraestructuras civiles. A todos los que sufren a causa de la violencia, la inseguridad y la inestabilidad, les aseguro mi cercanía espiritual y mi oración.”


El Pontífice hizo un llamamiento urgente al diálogo y a la reconciliación, exhortando a los responsables políticos y militares a poner fin a la destrucción y abrir caminos de entendimiento.


“Renuevo mi llamado sincero para que se llegue a un alto el fuego inmediato y efectivo. Que los instrumentos de la guerra den paso a los de la paz a través de un diálogo inclusivo y constructivo.”


Sus palabras resonaron en un momento en que el mundo vive un escenario internacional tenso, con múltiples conflictos activos. Por ello, el Papa extendió su súplica a otras regiones azotadas por la violencia: Tierra Santa, Ucrania, Sudán, Haití y tantos otros lugares donde la guerra ha sembrado el dolor.


León XIV confió especialmente esta intención a la intercesión de la Virgen María y a los siete nuevos santos canonizados recientemente, pidiendo que sus vidas sirvan de ejemplo de reconciliación, fe y esperanza para la humanidad.


“Que María, Reina de la Paz, y los nuevos santos intercedan por el mundo. Que Dios conceda a los líderes de las naciones sabiduría, serenidad y perseverancia para avanzar en la búsqueda de una paz justa y duradera.”


Los misioneros, sembradores de esperanza en un mundo herido


El Papa quiso dedicar un espacio especial a agradecer la labor silenciosa y heroica de los misioneros. Desde los desiertos africanos hasta las montañas de Asia, desde las aldeas amazónicas hasta los barrios más pobres de las grandes ciudades, ellos son —recordó— “testigos vivos del Evangelio y heraldos del amor de Dios”.


“Cada misionero —dijo León XIV— es una página del Evangelio escrita con el sacrificio, la paciencia y la alegría del Espíritu Santo. Su testimonio nos recuerda que la fe no se impone, se propone; que la esperanza no se enseña, se contagia.”


El Pontífice alentó a las comunidades cristianas a apoyar las misiones con oración, ayuda material y compromiso personal, especialmente a través de las Obras Misionales Pontificias, que canalizan la solidaridad de los católicos hacia los territorios más necesitados.


“El Domund —explicó— no es solo una colecta anual, sino una llamada a renovar nuestro corazón misionero. Cada bautizado está llamado a ser testigo del Evangelio en su ambiente, a llevar la ternura de Dios a quienes viven lejos de Él.”


Con voz pausada, León XIV concluyó su mensaje con una plegaria universal:

“Que el fuego del amor misionero encienda nuevamente el corazón de la Iglesia. Que nadie se quede sin conocer el rostro misericordioso de Cristo.”


Una Iglesia que camina hacia las periferias


El Domingo Mundial de las Misiones recordó una vez más que el corazón de la Iglesia late en sus periferias, allí donde la fe se encarna en la entrega silenciosa de quienes anuncian el Evangelio con gestos concretos de amor.


En medio de un mundo marcado por la indiferencia y la división, la voz del Papa León XIV se alzó como un clamor por la paz y la esperanza. Su mensaje no solo fue una llamada a la acción, sino también una invitación a redescubrir el sentido misionero de la vida cristiana.


“Los misioneros —dijo el Papa— nos enseñan que la fe crece cuando se comparte, que el Evangelio se expande cuando se entrega la vida. Ellos son la sonrisa de Cristo en la frontera del dolor humano.”


El rezo del Ángelus concluyó con el envío simbólico de todos los presentes a sus propias misiones cotidianas: el trabajo, la familia, la sociedad. Porque, como recordó el Pontífice, “cada cristiano es un misionero en el lugar donde Dios lo ha puesto.”

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