El cardenal Tagle invita a vencer el miedo con el encuentro: “El prejuicio nace de no mirar al otro con amor”
13 de noviembre del 2025
Durante un emotivo encuentro con jóvenes en la ciudad italiana de Gorizia, el cardenal Luis Antonio Tagle, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, ofreció un mensaje profundamente humano y evangélico sobre la necesidad de derribar los prejuicios y abrir el corazón al encuentro.
Ante cientos de estudiantes italianos y de otros países, el purpurado filipino afirmó que “el prejuicio da origen al miedo, y este solo se vence con el encuentro con el otro”. Su intervención tuvo lugar en el marco del evento “Europa, culturas en diálogo. Superar las fronteras para ser capital de una Cultura Europea”, organizado por la Arquidiócesis de Gorizia con motivo de su designación —junto a la vecina Nova Gorica (Eslovenia)— como Capital Europea de la Cultura.
“Conocerse es el primer paso para comprender al otro y dialogar con él en el respeto”, expresó el cardenal Tagle, alentando a los jóvenes a vivir su fe desde la empatía y el compromiso.
“El prejuicio da origen al miedo, y el miedo solo se vence cuando nos atrevemos a mirar al otro como un hermano.”
Un llamado a la empatía: sumergirse en el sufrimiento de los demás
El encuentro, celebrado en el Kulturni Center Lojze Bratuž, reunió a jóvenes de distintas nacionalidades, lenguas y tradiciones. Allí, el cardenal Tagle —una de las voces más queridas de la Iglesia por su cercanía y sencillez— animó a los asistentes a mirar más allá de las apariencias y abrirse a la experiencia del otro.
“Todos necesitamos despertar el corazón”, insistió el purpurado, lamentando que en el mundo actual se haya extendido una “cultura de la indiferencia” que aísla a las personas y les impide reconocer el dolor ajeno.
Para el cardenal filipino, la empatía no se enseña en los libros, sino que se aprende a través de experiencias vividas: “Para los jóvenes es importante lograr sumergirse en los sufrimientos de los demás, a través de experiencias que abran y toquen su corazón, para que palpite con más fuerza ante las situaciones de dificultad”.
Sus palabras resonaron especialmente entre los estudiantes del Liceo clásico Dante Alighieri de Gorizia y del Colegio del Mundo Unido del Adriático de Duino, quienes participaron activamente en el diálogo con el cardenal. Algunos de ellos le preguntaron cómo contribuir hoy a la construcción de la paz en la vida cotidiana.
Tagle respondió con ternura y firmeza: “El mundo necesita jóvenes con corazones despiertos, capaces de llorar con los que lloran y alegrarse con los que se levantan. Sólo así la paz deja de ser una palabra y se convierte en un modo de vivir”.
La fe como camino de encuentro y no de división
Durante el diálogo, uno de los jóvenes preguntó al cardenal cómo pueden las religiones ser auténticos instrumentos de paz. Tagle respondió con una reflexión de gran profundidad espiritual: “Cada religión es, ante todo, una expresión de fe que remite al Amor. Pero cuando se instrumentaliza, se convierte en una ideología y deja de servir al hombre”.
El cardenal reconoció con pesar que “en muchas partes del mundo las religiones se utilizan para dividir”, pero destacó que, pese a sus diferencias doctrinales, todas comparten valores esenciales comunes: la compasión, la dignidad de la persona y el servicio a los demás.
“Es desde esos puntos de convergencia —dijo— desde donde debemos empezar a dialogar, sin negar las diferencias, pero sin dejar que ellas sean lo primero.”
Su mensaje se enmarcó dentro de la Fiesta del Voluntariado y la Solidaridad, organizada por Cáritas Diocesana de Gorizia, una jornada de encuentro y cooperación entre organizaciones de Italia y Eslovenia que trabajan por la integración social y la fraternidad.
El cardenal, visiblemente emocionado, agradeció la presencia de tantos jóvenes comprometidos en proyectos de servicio y subrayó que “construir puentes entre culturas es una de las formas más hermosas de evangelizar”.
El poder del encuentro frente a la soledad digital
En su intervención, el cardenal Tagle también reflexionó sobre los desafíos de la era digital. Consciente del poder y los riesgos de las redes sociales, advirtió que la tecnología nunca podrá reemplazar el contacto humano: “Podemos tener miles de amigos en línea y, sin embargo, sentirnos solos. Necesitamos mirarnos a los ojos, escucharnos, tocar el sufrimiento real del otro”.
El purpurado filipino invitó a los jóvenes a no temer la cercanía, el diálogo ni las preguntas que surgen del corazón. “Dios no teme nuestras preguntas —dijo—. Lo importante es no dejar de buscar el sentido de la vida y encontrar en los demás el reflejo del amor de Dios.”
Al finalizar el encuentro, el cardenal celebró la Santa Misa en la iglesia de Santa María Asunta, de los padres capuchinos, acompañado por religiosos, voluntarios y numerosos fieles, entre ellos muchos miembros de la comunidad filipina residente en Italia. La celebración fue, según los presentes, “un canto a la fraternidad sin fronteras”, en la que se rezó por la paz en Europa y por todos los pueblos que sufren las consecuencias del odio y la desconfianza.
Con su estilo cercano y profundamente evangélico, el cardenal Luis Antonio Tagle volvió a recordar que la misión de la Iglesia no consiste solo en anunciar la verdad, sino en encarnarla en gestos de amor y encuentro.
En una Europa marcada por tensiones culturales y sociales, su mensaje resonó como un eco del Evangelio: solo el amor puede derribar las fronteras invisibles del miedo y la indiferencia.
Porque, como recordó el purpurado ante los jóvenes de Gorizia, “conocerse y escuchar al otro es el principio de toda verdadera paz”.
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