El Papa León XIV llama a romper la “ceguera y crueldad” de culpar a los pobres: “Cristo se hizo pobre para amarnos en nuestra fragilidad”
13 de octubre de 2025
En su nueva exhortación apostólica Dilexi te (“Te he amado”), el Papa León XIV lanza un contundente llamado a la conciencia del mundo contemporáneo: no culpar a los pobres de su situación, sino reconocer en ellos el rostro mismo de Cristo. El Pontífice denuncia la “falsa meritocracia” que justifica la desigualdad y recuerda que la pobreza no es una elección, sino una herida que interpela a toda la humanidad.
“Los pobres no están por casualidad ni por destino: son el corazón de Dios y el lugar donde se nos examina en el amor.”
"La Iglesia será creíble en la medida en que abrace a los pobres, no como destinatarios de ayuda, sino como protagonistas del Reino de Dios."
Una denuncia contra la indiferencia y la falsa meritocracia
En un texto de profunda carga pastoral y profética, el Papa León XIV confronta uno de los males más arraigados en las sociedades modernas: la tendencia a culpar a los pobres por su propia pobreza. En su exhortación Dilexi te, publicada desde Roma, el Pontífice describe como “crueldad y ceguera moral” la actitud de quienes afirman que los necesitados lo son por falta de esfuerzo o mérito.
“Los pobres no están por casualidad o por un amargo destino —escribe—. Y menos aún, para la mayoría de ellos, la pobreza es una elección. Sin embargo, aún hay quienes se atreven a afirmarlo, mostrando ceguera y crueldad.”
El Papa reconoce que existen casos de personas que se niegan a trabajar, pero subraya que son una minoría frente a la inmensa multitud de hombres y mujeres que se esfuerzan cada día por sobrevivir. “Muchos trabajan desde la mañana hasta la noche, recogiendo cartones o realizando tareas humildes, sabiendo que ese esfuerzo apenas alcanzará para subsistir, sin esperanza de mejorar su vida”, denuncia el Pontífice.
En este contexto, Dilexi te se erige como una llamada a redescubrir el sentido evangélico de la compasión, recordando que el servicio a los pobres no es un gesto opcional ni una moda, sino una dimensión esencial de la fe cristiana.
“Una Iglesia que olvida a los pobres se olvida del Evangelio. Servirlos no es filantropía: es el modo en que amamos a Cristo.”
El amor preferencial de Dios: Cristo, el Mesías de los pobres
En el corazón de la exhortación, el Papa León XIV reafirma con claridad el principio de la opción preferencial por los pobres, que atraviesa toda la historia del cristianismo desde sus orígenes.
“Jesús mismo se hizo pobre —recuerda el Santo Padre—. En la Cruz compartió nuestra pobreza radical, que es la muerte. Él no se presentó solo como Mesías pobre, sino como Mesías de los pobres y para los pobres.”
Para León XIV, esta verdad es central e ineludible: no se puede comprender el Evangelio sin abrazar la pobreza de Cristo y su solidaridad con los más vulnerables. En este sentido, advierte contra una espiritualidad cómoda que se desentiende de la miseria ajena o que reduce la caridad a palabras vacías.
“La Iglesia —afirma el Papa— que el mundo necesita hoy es una que no pone límites al amor, que no conoce enemigos a los que combatir, sino hombres y mujeres a los que amar.”
En su texto, el Pontífice elogia también la vida monástica y contemplativa, señalando que las comunidades religiosas que viven en sencillez y desprendimiento dan un testimonio silencioso pero poderoso: “Su forma de vida revela que la contemplación no excluye la misericordia, sino que la exige como su fruto más puro.”
El Papa invita a todos los cristianos, sin excepción, a practicar la limosna y la misericordia concreta, entendidas no como gesto ocasional, sino como modo de tocar la carne sufriente de Cristo en los pobres.
“Permanecer en el mundo de las ideas y las discusiones, sin gestos personales, asiduos y sinceros, sería la perdición de nuestros sueños más preciados.”
La Iglesia, faro de esperanza para los olvidados
León XIV recuerda en Dilexi te que el cuidado de los pobres ha sido un rasgo distintivo de la Iglesia desde sus primeros siglos. “Desde el principio —escribe—, el servicio a los necesitados fue parte esencial de la gran Tradición eclesial, como un faro que ha iluminado los corazones de los cristianos de todos los tiempos.”
El Papa cita a los Padres de la Iglesia, quienes reconocían en los pobres un camino privilegiado para encontrar a Dios. No eran vistos como una carga, sino como una presencia sagrada que revela el misterio de la Encarnación.
“Cuando la Iglesia se arrodilla para romper las nuevas cadenas que aprisionan a los pobres —afirma León XIV—, se convierte en signo de la Pascua.” De este modo, el Pontífice invita a las comunidades cristianas a no contentarse con discursos, sino a actuar con ternura y firmeza frente a la injusticia.
En su exhortación, denuncia también la indiferencia de quienes se justifican bajo el manto de la meritocracia o del éxito personal, olvidando que la dignidad humana no depende de la productividad ni del reconocimiento social, sino del amor incondicional de Dios.
“El mérito sin misericordia se convierte en soberbia; la justicia sin compasión se transforma en crueldad.”
Una llamada a volver al Evangelio del amor sin límites
Con la fuerza de las palabras de los profetas y la ternura de un pastor, el Papa León XIV concluye su exhortación recordando que la pobreza no puede analizarse solo en clave económica, sino espiritual y moral. Los pobres no son un problema que resolver, sino un lugar donde Dios se hace presente.
“Ellos son nuestros maestros en la fe —escribe el Papa—, porque en su fragilidad nos enseñan a depender del amor del Padre. Tocando sus heridas tocamos las llagas de Cristo.”
Dilexi te no es solo un documento doctrinal, sino un grito contra la indiferencia y una invitación a redescubrir el corazón compasivo del cristianismo. En tiempos marcados por la desigualdad, la soledad y la exclusión, el mensaje de León XIV es claro: una fe sin amor a los pobres es una fe sin alma.
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