El Papa León XIV llama a “trazar nuevos mapas de esperanza” en la educación católica: inclusión, justicia y humanidad ante los retos del siglo XXI
29 de octubre de 2025
El Santo Padre publica una carta apostólica en la que pide renovar la misión educativa de la Iglesia, evitar la tecnofobia y abrir las puertas de las escuelas a los más pobres, afirmando que “perder a los pobres equivale a perder la escuela misma”.
El Papa León XIV ha publicado la carta apostólica titulada Trazando nuevos mapas de esperanza, un profundo y extenso documento sobre el presente y futuro de la educación católica en el mundo. La carta, dada a conocer en el marco del 60.º aniversario de la declaración conciliar Gravissimum Educationis, plantea una reflexión global sobre los desafíos actuales de la enseñanza y el papel de la Iglesia ante las nuevas realidades sociales, tecnológicas y espirituales.
Con más de 231.000 instituciones educativas en 171 países, que atienden a 72 millones de estudiantes, la red educativa católica constituye —como recuerda el Pontífice— una de las expresiones más visibles del servicio de la Iglesia al bien común. Pero también enfrenta una encrucijada histórica: “Allí donde el acceso a la educación sigue siendo un privilegio, la Iglesia debe abrir puertas e inventar caminos, porque perder a los pobres equivale a perder la escuela misma”, escribe León XIV.
En este documento de nueve páginas, el Papa traza una hoja de ruta para las próximas décadas, articulada en torno a tres grandes llamadas: inclusión, discernimiento e innovación, sin olvidar el anclaje esencial de toda educación cristiana: formar personas plenas, libres y con sentido trascendente.
“La gratuidad evangélica no es retórica: es estilo de relación, método y objetivo”, afirma el Papa, subrayando que la educación cristiana debe ser “una obra de misericordia intelectual y social, abierta a todos”.
“Ante los millones de niños que aún no tienen acceso a la escuela, ¿cómo podemos callar? —pregunta el Papa—. Educar es un acto de esperanza, y la esperanza es la materia prima del Evangelio.”
Educar con el corazón: gratuidad, mansedumbre y atención a los más frágiles
Desde las primeras líneas, Trazando nuevos mapas de esperanza deja claro que el Papa León XIV concibe la educación no como un servicio reservado a unos pocos, sino como un derecho universal y una vocación misionera de la Iglesia. Por ello, llama a las instituciones católicas a garantizar el acceso a los más desfavorecidos mediante becas, programas inclusivos y políticas de acompañamiento a las familias frágiles.
Frente a una cultura marcada por la competitividad y el rendimiento, el Papa insiste en que la escuela católica debe ser un “laboratorio de humanidad”, donde la persona esté siempre antes que el programa: “La relación viene antes de la opinión, y la persona antes del sistema”, escribe.
León XIV también denuncia la “hiper-digitalización” y la “crisis de las relaciones humanas” como riesgos que amenazan la formación integral. Advierte que la educación católica no puede convertirse en un refugio nostálgico, sino en un espacio de discernimiento, innovación pedagógica y testimonio profético, donde se enseñe a vivir la fe en diálogo con el mundo contemporáneo.
“Desarmen las palabras, eleven la mirada, custodien el corazón. La educación no avanza con la polémica, sino con la mansedumbre que escucha”, exhorta el Pontífice, invitando a una pedagogía basada en la ternura, la empatía y el respeto mutuo.
Tecnología y humanismo: ni tecnofobia ni dependencia ciega
Uno de los pasajes más llamativos de la carta apostólica aborda el papel de la tecnología en la formación actual. El Papa advierte que, aunque la digitalización es irreversible, debe ser humanizada. “Nuestra actitud frente a la tecnología nunca puede ser hostil”, afirma, pero al mismo tiempo recuerda que ningún algoritmo puede sustituir la poesía, el arte, el amor ni la alegría del descubrimiento.
León XIV defiende la necesidad de formar docentes competentes en el ámbito digital, pero sin perder la esencia humanista de la enseñanza. En este sentido, propone reforzar el “service-learning”, es decir, el aprendizaje basado en el servicio a los demás, que une conocimiento, ética y compromiso social.
En sus propias palabras, “la mirada inclusiva y el cuidado del corazón salvan de la estandarización”, recordando que el valor de la educación no se mide por su utilidad práctica, sino por su capacidad de transformar vidas y comunidades.
El Papa dedica también un apartado especial a las universidades católicas, a las que define como “diaconía de la cultura”, llamadas a ofrecer menos cátedras y más mesas donde sentarse juntos, fomentando espacios de diálogo entre estudiantes y profesores. Estos lugares, asegura, deben ser puntos de encuentro donde se “toquen las heridas de la historia” y donde el saber académico se enriquezca con la vida espiritual de los pueblos.
Una nueva etapa para el Pacto Educativo Global: paz, interioridad y ecología integral
El documento de León XIV amplía los fundamentos del Pacto Educativo Global, la iniciativa lanzada por el Papa Francisco en 2020 para construir una educación al servicio de la fraternidad y el desarrollo sostenible. Además de los siete caminos ya conocidos —centrados en la persona, la escucha, la mujer, la familia, la inclusión, la política y la ecología—, el Papa añade tres nuevos ejes: vida interior, digital humano y educación para la paz.
“Los jóvenes piden profundidad —escribe—. Se necesitan espacios de silencio, discernimiento, diálogo con la conciencia y con Dios”. En este sentido, el Pontífice propone que la educación fomente una espiritualidad que reconcilie conocimiento y sentido, competencia y responsabilidad, fe y vida.
El segundo eje, el “digital humano”, busca equilibrar el uso de las tecnologías y la inteligencia artificial con una visión ética y personalista. “Formemos para el uso sabio de la tecnología —señala—, poniendo siempre a la persona antes que al algoritmo.”
El tercer pilar, la educación para la paz, constituye una de las mayores urgencias del siglo XXI. “Educamos en lenguajes no violentos, en la reconciliación, en los puentes y no en los muros”, insiste el Papa, advirtiendo que la violencia verbal y la polarización cultural son nuevas formas de guerra que hieren la convivencia.
“No basta conservar: es necesario relanzar. Inauguremos una etapa educativa que hable al corazón de las nuevas generaciones”, escribe León XIV.
Finalmente, el Pontífice aborda la dimensión ecológica y social de la educación, reclamando una pedagogía que una justicia social y justicia ambiental. “Olvidar nuestra común humanidad ha generado fracturas y violencias; y cuando la tierra sufre, los pobres sufren más”, advierte. Por ello, invita a una educación desarmada y desarmante, que enseñe a “deponer las armas de la palabra agresiva” y a practicar el lenguaje de la misericordia.
“Perder a los pobres equivale a perder la escuela misma”
Con esta frase, el Papa resume el corazón de su carta apostólica: una educación católica que no excluya a nadie, que mire a los márgenes y que renueve su compromiso con los más vulnerables.
Trazando nuevos mapas de esperanza no es solo un documento magisterial, sino una hoja de ruta pastoral y cultural para el siglo XXI. En sus páginas late la convicción de que la misión educativa de la Iglesia es parte esencial de su evangelización, y que educar hoy significa enseñar a vivir, discernir, servir y amar.
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