El Vaticano aclara: la sala de oración para musulmanes en la Biblioteca Apostólica no es un espacio público sino un gesto de cortesía académica

23 de octubre de 2025
Biblioteca Apostólica Vaticana

En medio de titulares sensacionalistas y debates encendidos en redes sociales, el Vaticano ha confirmado que la Biblioteca Apostólica permite a los académicos musulmanes que allí investigan disponer de una pequeña sala para orar. No se trata, sin embargo, de una “mezquita” ni de una “sala de oración abierta al público”, como insinuaron varios medios internacionales, sino de una respuesta puntual a una solicitud concreta de investigadores invitados.


Somos una biblioteca universal”, explicó el P. Giacomo Cardinali, vicerrector de la Biblioteca Apostólica. “Algunos académicos musulmanes nos pidieron una sala con una alfombra para rezar, y se la dimos”.

"La fe no teme al encuentro con el otro”, recordaba el Papa Francisco en aquel documento. “El verdadero creyente no puede ser enemigo de quien busca sinceramente a Dios."

Titulares exagerados y una “tormenta silenciosa”


La noticia se difundió rápidamente a mediados de octubre de 2025. Portales internacionales publicaron titulares que sugerían que el Vaticano había “abierto” una sala de oración musulmana en pleno corazón de la Biblioteca Apostólica. Medios como GB News, National Review o The Dallas Express hablaron de “una sala islámica establecida en la biblioteca de 500 años del Papa”, provocando una oleada de comentarios en redes sociales.



Algunos sectores reaccionaron con indignación. Un diácono llegó a calificar la medida como “una traición total a Nuestro Señor Jesucristo”, mientras que otros medios católicos, como Zenit, describieron la polémica como una “tormenta silenciosa” entre los fieles más tradicionalistas.


Sin embargo, la realidad era mucho más simple y menos alarmante. La noticia surgió tras una entrevista concedida por el P. Giacomo Cardinali al diario italiano La Repubblica el 8 de octubre. En ella, el sacerdote —que también es bibliotecario y académico— explicó que la Biblioteca Vaticana es, ante todo, una institución de investigación y cultura abierta al diálogo con centros académicos de todo el mundo.


“Somos probablemente la institución más secular de la Santa Sede”, señaló Cardinali. “Nuestros interlocutores son universidades públicas, museos, instituciones científicas e incluso la NASA. Muchos de ellos ni siquiera saben distinguir a un sacerdote de un obispo o un cardenal.”


Fue en ese contexto donde el sacerdote explicó que algunos investigadores musulmanes habían solicitado un espacio para rezar durante sus estancias de trabajo en la biblioteca. La respuesta del Vaticano fue sencilla: “Se les concedió una sala con una alfombra”.


Una institución universal al servicio de la cultura y el diálogo


La Biblioteca Apostólica Vaticana, fundada en el siglo XV, alberga más de 1,6 millones de libros, manuscritos y documentos de valor incalculable, muchos de ellos pertenecientes a distintas culturas y religiones. Entre sus colecciones hay textos árabes, judíos, etíopes, chinos e incluso el archivo japonés medieval más antiguo fuera del país nipón, como explicó el propio P. Cardinali.


En ese marco, el gesto de ofrecer un espacio de oración a académicos de otras religiones no representa una novedad doctrinal ni un cambio institucional, sino una muestra de hospitalidad y respeto hacia los investigadores que trabajan en sus fondos.


“Tenemos coranes antiguos increíbles”, destacó el sacerdote. “Nuestra vocación es custodiar y estudiar el conocimiento universal, incluyendo las culturas que han buscado a Dios de maneras diferentes a la nuestra.”


La política no constituye, por tanto, una “apertura de una sala de oración islámica en el Vaticano”, sino un acto de cortesía en un entorno académico cerrado, sin implicaciones litúrgicas ni pastorales. La sala no es de acceso público ni un espacio de culto permanente, sino una instalación temporal para uso privado de los investigadores musulmanes durante su tiempo de estudio en los archivos.


La aclaración del Vaticano desmonta así la interpretación de que la Santa Sede haya decidido crear un espacio formal de culto islámico. Más bien, el gesto encaja con la línea de diálogo y respeto interreligioso impulsada desde el Concilio Vaticano II y continuada por los últimos pontífices.


El verdadero significado del gesto: respeto, no sincretismo


En declaraciones posteriores, fuentes de la Biblioteca Vaticana insistieron en que este tipo de gestos no alteran la identidad católica de la institución, sino que reflejan su misión cultural y diplomática: la de ser puente entre la fe y la razón, entre las tradiciones religiosas y la búsqueda del conocimiento.


El P. Cardinali recordó que la misión de la biblioteca es “preservar el patrimonio espiritual y científico de la humanidad”, lo cual implica acoger a investigadores de todas las procedencias. “La universalidad de la Iglesia también se manifiesta en el respeto al otro”, señaló.


De hecho, el gesto coincide con la línea promovida por los últimos pontífices, desde San Juan Pablo II hasta Francisco, quienes han fomentado el diálogo interreligioso como un camino de paz. En esa misma tradición se inscribe la Declaración de Abu Dabi (2019), firmada por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, que reconoce la fraternidad humana como un fundamento de convivencia.


Lejos de simbolizar una “mezquita en el Vaticano”, la pequeña sala con una alfombra que acoge a los académicos musulmanes refleja la coherencia de la Iglesia con su vocación de diálogo y hospitalidad, especialmente en un espacio donde el conocimiento y la cultura son vehículos de encuentro.


Verdad, contexto y diálogo frente a la confusión mediática


En tiempos en que las noticias se viralizan con rapidez, la historia de la supuesta “sala de oración musulmana en la Biblioteca Vaticana” evidencia la necesidad de contrastar la información y de entender los hechos en su contexto.


El gesto, lejos de ser un signo de “renuncia” o “sincretismo”, representa la expresión concreta del respeto y la cooperación intelectual entre religiones. En palabras del Daily Mail, uno de los pocos medios que tituló con precisión:


“El Vaticano ha concedido la solicitud de los académicos musulmanes de una sala de oración”.


Así, la Santa Sede reafirma que la Biblioteca Apostólica sigue siendo, ante todo, un lugar de búsqueda del saber, custodia de la verdad y testimonio del diálogo entre fe y cultura, en continuidad con la misión evangelizadora de la Iglesia.

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