La Virgen del Pilar: el corazón firme de la fe que sostiene la Hispanidad
08 de octubre de 2025
Cada 12 de octubre, bajo el cielo hispánico, millones de fieles elevan sus voces para honrar a la Virgen del Pilar, Patrona de la Hispanidad y Madre de la evangelización. Su aparición sobre una columna, según la tradición cristiana, no fue solo un signo para el apóstol Santiago, sino la semilla de una devoción que ha perdurado a lo largo de los siglos, transformándose en fuerza espiritual, cultural y misionera.
“María sobre el Pilar permanece firme entre nosotros; su presencia no es reliquia del pasado, sino sostén vivo de nuestra fe y de nuestra misión.”
«María sobre el Pilar permanece firme entre nosotros; su presencia no es reliquia del pasado, sino sostén vivo de nuestra fe y de nuestra misión.»
El relato fundacional: María aparece en carne mortal y deja un pilar de fe
Según las crónicas piadosas más antiguas, alrededor del año 40 d. C., el Apóstol Santiago —ya predicando en territorio hispano— se encontraba abatido por la escasez de conversos. Fue entonces cuando, orando cerca del Ebro, la Virgen María se le apareció viva, de pie sobre una columna en el lugar que más tarde sería Zaragoza. La tradición afirma que ella dijo:
“Este sitio permanecerá hasta el fin del mundo para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que imploren mi ayuda.”
La columna —el Pilar— debía permanecer junto al altar del templo que se construiría allí. Con el tiempo, ese primer templo dedicado a María fue consagrado hasta convertirse en la Basílica del Pilar, donde aún hoy se conserva la columna venerada.
Aunque la aparición mariana no pertenece al catálogo moderno de apariciones aprobadas (por tratarse de un hecho tradicional y primitivo) las iglesias y devotos la han acogido como una verdad de fe en el marco de la memoria constante de la Iglesia.
La devoción que brotó de ese suceso no tardó en insertarse en la vida cristiana de Zaragoza y de toda la península, y con el paso del tiempo fue ganando prestigio y reconocimiento en el ámbito eclesial y popular.
Milagros, devoción y símbolos: el Pilar que no se mueve
A lo largo de los siglos, la devoción pilarista fue nutrida por testimonios de milagros y promesas cumplidas, que reforzaron la confianza del pueblo en la protección de María. El más célebre de ellos es el “Milagro de Calanda”: en 1640, Miguel Juan Pellicer, que había perdido su pierna derecha, recuperó milagrosamente ese miembro mientras dormía, tras años de amputación y peregrinaje espirituales. El caso fue avalado por testigos, autoridades locales, e incluso llegó al conocimiento del rey Felipe IV.
Durante el proceso, el propio cirujano que la había amputado y su ayudante declararon que no había explicación médica para el hecho. La devoción pilarista se fortaleció y el templo comenzó a recibir peregrinos de Europa y América.
Además del milagro de Calanda, se le atribuyen a la Virgen del Pilar curaciones de ciegos, sanaciones de enfermos y otros prodigios menores narrados en el «Libro de milagros» que desde tiempos medievales circulaba entre los devotos.
Una de las expresiones más vistosas de la devoción es el manto pilarista, la prenda que cubre la imagen venerada. Se cuentan cientos de mantos donados por devotos, hermandades, comunidades e instituciones. En Zaragoza, existe tradición del “paso de los niños por el manto”, rito simbólico en el que los niños pasan bajo la imagen como signo de protección y bendición.
También es notable el rol simbólico del patronazgo institucional: desde 1913 la Virgen del Pilar fue proclamada Patrona de la Guardia Civil de España, y también ha sido invocada como patrona de Correos, de fuerzas navales, y en muchas comunidades hispanas como figura de protección nacional y espiritual.
Por otro lado, el Pilar ha resistido incluso conflictos bélicos: durante la Guerra Civil Española la basílica fue bombardeada, pero la columna pilarista permaneció intacta y siguió siendo lugar de refugio espiritual para la población.
María del Pilar y la Hispanidad: evangelio que cruza océanos
No es casualidad que la fiesta del Pilar coincida con una fecha crucial del descubrimiento de América: el 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón arribó al Nuevo Mundo. Desde ese momento, muchos misioneros españoles encomendaron su obra evangelizadora bajo el manto protector de María del Pilar.
Para 1984, durante su visita a Zaragoza, el Papa San Juan Pablo II proclamó oficialmente a la Virgen del Pilar como “Patrona de la Hispanidad”, reconociendo su papel simbólico y espiritual para la identidad hispanoamericana.
Desde México hasta Argentina, desde Filipinas hasta los Estados Unidos, las comunidades hispanas celebran su día con misas solemnes, procesiones, novenas y manifestaciones de devoción. En muchos templos en América existen altares dedicados a la Virgen del Pilar, iglesias que llevan su nombre y cofradías que conservan la tradición española de ofrendas florales y comitivas religiosas.
Esa comunión espiritual es reflejo de que la fe no conoce fronteras geográficas, sino vínculos de sangre, idioma y misión cristiana: bajo el Pilar, los pueblos hispanos se reconocen hermanados en un mismo carisma mariano.
Una celebración viva hoy: de Zaragoza al mundo
En Zaragoza, desde el 3 de octubre comienza la novena solemne
en honor a la Virgen, organizada por el Cabildo metropolitano, con cultos, misa de infantes, Rosario de la Aurora y procesión hasta la Santa Capilla la víspera del 12 de octubre.
La Misa de Infantes, celebrada al alba, es tradicionalmente la primera celebración del día, en la que participan los niños cantores —los “infanticos del Pilar”— desde las primeras horas de la madrugada. Luego, una procesión del Rosario de la Aurora
recorre las calles hasta llegar a la Basílica, donde se canta la Salve en la Santa Capilla.
Durante el mismo 12 de octubre, la Ofrenda de Flores
es uno de los momentos más emotivos: miles de grupos devotos desfilarán por la plaza del Pilar para depositar ramos que conforman un manto floral ante la imagen mariana. En 2024, la Ofrenda duró 17 horas con participación récord de más de 900 grupos y unas 410.000 personas.
Asimismo, durante la fiesta, las banderas de distintos países hispanos se ofrecen simbólicamente a la Virgen del Pilar, reforzando la unidad del mundo católico hispanohablante.
El Pilar también expone su colección de mantos, cada uno donado como ofrenda de fe y devoción. Cada manto puede cubrir la imagen o su columna venerada y conservarse en salas del santuario o exhibirse en festividades especiales.
María, el Pilar que sostiene nuestra misión
Hoy, en este 12 de octubre, la devoción a la Virgen del Pilar llama no solo a la contemplación, sino al compromiso de una nueva evangelización. En un mundo fragmentado, María aparece como signo de unidad, de esperanza y de fortaleza espiritual.
Ella es la Madre que permanece, el Pilar que no se tambalea ante las tormentas históricas, y la figura que nos recuerda que la fe no se arrodilla ante ideologías pasajeras, sino que se levanta en la paciencia, en la caridad y en la perseverancia.
Que cada Himno al Pilar, cada manto ofrecido, cada flor depositada, sea también una ofrenda viva de nuestras existencias al Señor.
Que este día nos inspire a retomar la misión: anunciar el Evangelio con valor, desde nuestras raíces y hacia los confines de la tierra.
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