León XIV alerta sobre el mal uso de la tecnología: ‘Cuando la ciencia se pone al servicio de ideologías antihumanas, deja de ser progreso

12 de noviembre del 2025
Tecnología medicina

El Papa León XIV ha lanzado una seria advertencia sobre los riesgos de una ciencia deshumanizada y una tecnología utilizada sin límites éticos. En un mensaje dirigido a los participantes del Congreso Internacional de la Pontificia Academia para la Vida, celebrado bajo el lema “Inteligencia Artificial y Medicina: el desafío de la dignidad humana”, el Pontífice recordó que los avances científicos sólo son verdaderos progresos cuando están al servicio de la persona y del bien común.


Con tono firme, denunció el “potencial destructivo” que encierra la ciencia cuando se pone al servicio de “ideologías antihumanas”, aludiendo a prácticas como la eugenesia, la manipulación genética o la selección de embriones. “La tecnología y la medicina pueden ser transformadoras —dijo—, pero sólo si se orientan hacia la protección de la vida y no hacia su control o eliminación”.

“La ciencia deja de ser progreso cuando se pone al servicio de ideologías que niegan la dignidad del hombre”.

“El rostro humano debe seguir en el centro del progreso”



En su mensaje, el Papa León XIV ofreció una profunda reflexión sobre el papel de la tecnología en la era contemporánea. Afirmó que el avance vertiginoso de la técnica y de la inteligencia artificial está modificando no sólo los sistemas de trabajo y comunicación, sino incluso la forma en que el ser humano percibe la realidad y se relaciona con los demás.


“Vivimos un tiempo —expresó— en el que corremos el riesgo de 
perder de vista los rostros que nos rodean, de olvidar la importancia de reconocer y valorar lo que es verdaderamente humano”.


El Pontífice no rechazó los beneficios del desarrollo tecnológico, especialmente en el ámbito de la medicina y la salud, donde ha permitido avances impensables hace apenas unas décadas. Pero subrayó que el progreso auténtico no puede desvincularse de la dignidad humana, que debe seguir siendo “una prioridad firme e innegociable”.


“Cuando la tecnología se convierte en un fin en sí misma —advirtió—, deja de servir al hombre y empieza a dominarlo”.


El Papa insistió en que el futuro de la humanidad dependerá de la capacidad de los científicos, políticos y profesionales de la salud para poner la innovación al servicio del bien común. “Si las herramientas tecnológicas se usan con sabiduría y respeto por la vida —afirmó—, pueden convertirse en medios verdaderamente transformadores y beneficiosos. Pero si se utilizan según criterios de poder, de interés o de ideología, se transforman en instrumentos de exclusión y muerte”.


La medicina, vocación de servicio y no simple técnica


El Papa León XIV quiso dedicar una parte de su mensaje a reflexionar sobre la naturaleza de la medicina, que definió como una “vocación de servicio” y no como una mera disciplina técnica.


“La fragilidad de la condición humana —dijo— se manifiesta con especial claridad en el ámbito médico, donde cada decisión toca el misterio de la vida y del sufrimiento”. En este contexto, recordó que los médicos, enfermeros y todos los profesionales sanitarios tienen una misión sagrada: 
ser guardianes y servidores de la vida humana, especialmente en sus momentos de mayor vulnerabilidad.


Apoyándose en el reciente documento del Vaticano Nota Antiqua et Nova, sobre la inteligencia artificial y la inteligencia humana, el Papa subrayó: “Cuanto mayor es la fragilidad de la vida humana, mayor debe ser la nobleza de quienes tienen encomendado su cuidado”.


De igual modo, hizo un llamamiento a quienes desarrollan o aplican la inteligencia artificial en el ámbito sanitario, pidiéndoles responsabilidad y ética: “No se trata sólo de innovar, sino de proteger el valor de la vida y la dignidad de cada persona”.


El Pontífice advirtió también contra la tentación de reducir la medicina a la mera resolución de problemas biológicos o tecnológicos. “La medicina —insistió— no puede limitarse a resolver un problema; debe ser también una experiencia de encuentro, comunicación y acompañamiento”.


De ahí su preocupación por el uso indiscriminado de la inteligencia artificial, que podría debilitar la relación humana entre médicos y pacientes: “Los dispositivos tecnológicos nunca deben reemplazar la cercanía y la compasión del médico, que son parte esencial del proceso de curación”.


La ciencia al servicio de la vida, no del poder


En el tramo final de su mensaje, León XIV fue más allá del ámbito estrictamente sanitario y abordó la dimensión social y política de los avances tecnológicos. Reclamó una colaboración internacional que garantice que la ciencia y la innovación se orienten hacia fines verdaderamente humanos.


“Es esencial promover una amplia cooperación —dijo— entre todos los que trabajan en el ámbito sanitario, educativo y político, más allá de las fronteras nacionales. El destino de la humanidad no puede depender de los intereses de unos pocos”.


El Papa alertó del peligro de un uso ideológico de la ciencia, que puede degenerar en prácticas contrarias a la vida, como la eugenesia, la selección de embriones o la manipulación genética con fines no terapéuticos. “Cuando la tecnología se somete a ideologías antihumanas —afirmó con preocupación—, su potencial se vuelve destructivo. La ciencia sin ética no construye, destruye”.


A su juicio, la verdadera revolución científica del siglo XXI no será la que alcance nuevas metas técnicas, sino la que reconcilie el conocimiento con la conciencia moral. “El progreso —recordó— no consiste en dominar la vida, sino en protegerla. La medida del desarrollo no está en la cantidad de datos o algoritmos, sino en la capacidad de reconocer la dignidad de cada ser humano”.


El Pontífice concluyó su mensaje animando a todos los hombres y mujeres de ciencia a redescubrir la dimensión espiritual de su trabajo. “La inteligencia humana —dijo— es un don de Dios, llamada a colaborar con Él en la obra de la creación. Por eso, cuando la ciencia sirve a la vida, honra al Creador; pero cuando la instrumentaliza o la destruye, se vuelve contra su propia esencia”.


Con esta advertencia, el Papa León XIV volvió a poner el acento en una de las grandes preocupaciones de su pontificado: la defensa de la persona humana frente a toda forma de deshumanización tecnológica. En tiempos en los que la inteligencia artificial, la biomedicina y la manipulación genética abren horizontes inéditos, el Santo Padre recuerda que el verdadero avance de la humanidad no se mide en máquinas ni algoritmos, sino en la capacidad de amar, proteger y servir la vida.

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