Mons. Carlos Morel Diplán: “Ser obispo es servir, no mandar” — El nuevo arzobispo coadjutor de Santo Domingo asume su ministerio con un llamado a la humildad y la cercanía
12 de noviembre del 2025
Con una Catedral Primada de América colmada de fieles, obispos y autoridades civiles, Mons. Carlos Tomás Morel Diplán asumió oficialmente su nuevo cargo como Arzobispo Coadjutor de Santo Domingo, en una celebración eucarística presidida por el nuncio apostólico en República Dominicana, Mons. Piergiorgio Bertoldi.
Durante la ceremonia, el prelado dominicano ofreció una homilía que conmovió por su sencillez y profundidad espiritual: “Ser obispo significa tener la mirada puesta en Jesús, el Buen Pastor, que vino para servir y no para ser servido”. Su mensaje fue un recordatorio del verdadero sentido del ministerio episcopal: el servicio humilde y generoso al pueblo de Dios.
“El episcopado no es un honor del que hay que vanagloriarse, sino una misión de amor y entrega a los demás”, expresó Mons. Morel Diplán durante su toma de posesión.
“Ser obispo significa mirar siempre a Jesús, el Buen Pastor, que vino para servir y dar la vida por sus ovejas.”
Un nuevo pastor para la Arquidiócesis Primada de América
La misa de toma de posesión tuvo lugar este lunes en la Catedral Primada de Santo Domingo, primera diócesis del continente americano, símbolo de la fe que arraigó en el Nuevo Mundo hace más de quinientos años.
El acto contó con la presencia de los obispos de toda la Conferencia Episcopal Dominicana, numerosos sacerdotes y religiosos, así como representantes de la vida política y social del país, entre ellos la vicepresidenta Raquel Peña, quien destacó “la importancia de la Iglesia como pilar espiritual y moral de la nación”.
Durante su homilía, el nuncio Bertoldi explicó que la designación de un arzobispo coadjutor con derecho de sucesión fue fruto de una solicitud presentada al Papa Francisco “por un pastor que, consciente de sus límites, busca asegurar el cuidado pastoral de su rebaño”.
El representante pontificio subrayó que “amar y gobernar en la Iglesia solo significa servir” y recordó que la Arquidiócesis de Santo Domingo “es una Iglesia viva y un pilar de la identidad de un pueblo maravilloso, que debe seguir custodiando su fe en medio de los desafíos de hoy”.
El nuncio también destacó la profunda religiosidad del pueblo dominicano, “una devoción auténtica y luminosa, que brilla especialmente en los tiempos fuertes del año litúrgico”. No obstante, reconoció los desafíos sociales que enfrenta la ciudad: “La droga, el desempleo y la falta de esperanza interpelan la acción pastoral del nuevo arzobispo, llamado a ser signo de unidad y consuelo”.
“Servir con amor, escuchar con generosidad y acompañar como un hermano”
En su primera intervención como arzobispo coadjutor, Mons. Morel Diplán agradeció al Papa León XIV por su confianza y manifestó su profundo deseo de servir a la Iglesia con espíritu de fraternidad y entrega.
Pidió oraciones por la salud del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo emérito de Santo Domingo, y reiteró su compromiso de continuar su legado “en fidelidad al Evangelio y en comunión con todo el pueblo de Dios”.
Definió su ministerio episcopal en tres verbos fundamentales: servir, escuchar y acompañar.
“Como pastor, quiero centrar mi ministerio en servir con amor, escuchar con generosidad y acompañar como un hermano. Así vivió Jesús, y así debemos vivir quienes le seguimos en el ministerio”, señaló.
Para Mons. Morel, el obispo no debe ser una figura distante ni un administrador, sino “un padre que guía, un hermano que camina junto a su pueblo, y un servidor que se inclina ante las heridas del prójimo”.
Asimismo, expresó su deseo de mantener siempre la puerta abierta al diálogo con los sacerdotes, los religiosos y los laicos, “para que todos puedan alcanzar una vida más plena y evangélica, unidos estrechamente a Cristo y a su Iglesia”.
“El episcopado es un servicio, no un título honorífico”, insistió, recordando que el verdadero modelo de todo pastor es Jesucristo, cuya autoridad nace del amor y del sacrificio. “Él dio la vida por sus ovejas, y esa es la única forma legítima de ejercer el ministerio: desde la entrega, la compasión y la cercanía”, afirmó con convicción.
Un obispo al servicio del pueblo y de la esperanza
Nacido en Monte de la Jagua (Moca, provincia de Espaillat) el 2 de noviembre de 1969, Mons. Carlos Tomás Morel Diplán ha recorrido un largo camino de servicio en la Iglesia dominicana. Fue ordenado sacerdote el 24 de junio de 2000 y ha ejercido como rector y profesor del seminario, párroco, vicario episcopal, coordinador de pastoral vocacional y director de la Escuela del Diaconado Permanente.
En 2016, el Papa Francisco lo nombró obispo auxiliar de Santiago de los Caballeros. Posteriormente, fue administrador apostólico de La Vega y obispo de esa diócesis en 2024, antes de su reciente designación como arzobispo coadjutor de Santo Domingo, el 18 de octubre del presente año.
Su experiencia pastoral, marcada por la cercanía al clero y la atención a las comunidades rurales, lo ha convertido en una figura muy querida por el pueblo dominicano. Los fieles valoran su espíritu sencillo, su sentido del humor y su capacidad para escuchar.
Durante la misa, muchos asistentes destacaron su compromiso con los más pobres. “Es un pastor que sabe estar con la gente, que conoce los problemas del país y que no teme ensuciarse los zapatos”, comentó un sacerdote presente en la ceremonia.
El nuevo arzobispo coadjutor asume así el desafío de acompañar a la arquidiócesis primada en una nueva etapa, marcada por la búsqueda de renovación pastoral, unidad eclesial y evangelización en un contexto social cambiante.
“Ser obispo —concluyó Mons. Morel— no es un privilegio, es una cruz que se lleva con amor. Y si se lleva mirando a Cristo, nunca pesa demasiado.”
La Iglesia en República Dominicana vive, así, un nuevo capítulo bajo la guía de un pastor joven, profundamente espiritual y consciente de los retos de su tiempo.
Con una sonrisa serena y una fe firme, Mons. Carlos Morel Diplán inicia su camino como Arzobispo Coadjutor de Santo Domingo, decidido a recordar a todos que la autoridad en la Iglesia no se mide en poder, sino en la capacidad de amar, escuchar y servir como Cristo lo hizo.
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