El Vaticano anuncia el lema de la 100ª Jornada Mundial de las Misiones: «Uno en Cristo, unidos en la misión»
04 de noviembre del 2025
¿Sabías que durante la primera semana de noviembre puedes obtener hasta ocho indulgencias plenarias por las almas del purgatorio? Aunque para muchos fieles esta práctica puede pasar desapercibida, la Iglesia sigue ofreciendo este inmenso tesoro espiritual que conecta fe, memoria y caridad. Se trata de un regalo especialmente valioso, ligado al mes de los difuntos, donde la comunión de los santos se hace más tangible en el misterio de la vida eterna.
Desde el 1 hasta el 8 de noviembre, la Iglesia invita a los católicos a practicar una obra sencilla pero llena de significado: visitar un cementerio y rezar —aunque sea mentalmente— por quienes han fallecido. Si se cumplen las condiciones habituales, la indulgencia obtenida puede aplicarse a las almas del purgatorio. Es un gesto de amor que, según la tradición, abre las puertas del cielo a quienes aún se purifican.
“Orar por los difuntos en noviembre es un acto de fe en la vida eterna y de amor hacia quienes aún esperan la plenitud del cielo”
Una tradición centenaria al alcance de cada fiel
Durante siglos, la Iglesia celebraba el Día de Todos los Santos con un “octavario”, es decir, una prolongación litúrgica de ocho días. Aunque esta costumbre fue simplificada litúrgicamente tras la reforma de mediados del siglo XX, en la práctica —y en clave espiritual— la antigua octava sigue viva: la Penitenciaría Apostólica mantiene vigente la posibilidad de ganar indulgencias plenarias por los difuntos entre el 1 y el 8 de noviembre.
Esta práctica es tan antigua como profundamente cristiana. Su origen pastoral se remonta al Papa Sixto IV, en el siglo XV, quien promovió una celebración que recordara de forma prolongada la vocación universal a la santidad y la caridad hacia quienes ya no están visiblemente con nosotros. Hoy, aunque los calendarios hayan cambiado, el corazón de esa tradición permanece intacto.
¿Qué es una indulgencia plenaria y cómo obtenerla?
La indulgencia plenaria es una gracia especial que borra la pena temporal merecida por los pecados ya perdonados. Es decir, no se trata del perdón del pecado —que ocurre en la confesión sacramental— sino de la purificación de las consecuencias que éstos dejaron en el alma. Una indulgencia es, en cierto modo, un retorno al estado de gracia del Bautismo: un alma limpia y totalmente preparada para el encuentro con Dios.
Para ganarla, es necesario:
- Estar en estado de gracia y tener total desapego interior del pecado.
- Realizar la obra prescrita (en este caso, la visita a un cementerio con oración por los difuntos).
- Rezar por las intenciones del Papa.
- Recibir la Comunión.
- Confesarse sacramentalmente (en los días cercanos a la obra).
Las condiciones esenciales pueden cumplirse unos días antes o después, pero es recomendable que la Comunión y la oración se hagan el mismo día de la visita al cementerio.
Un gesto de caridad en tiempos de memoria y comunión
Más allá de lo ritual, la indulgencia es un acto de caridad profunda. Quienes están en el purgatorio no pueden hacer nada más por su propia purificación: dependen totalmente de la misericordia de Dios… y de las oraciones de los fieles en la tierra. Así, cada vez que un católico visita un cementerio en estos días iniciales de noviembre y reza por los difuntos —aun desde el silencio del corazón— realiza un acto concreto de amor sobrenatural.
Durante la pandemia del Covid-19, la Iglesia amplió extraordinariamente el tiempo de estas indulgencias ante la dificultad de acudir físicamente a cementerios o templos. Pero incluso en la normalidad, esta práctica recuerda algo esencial: la vida no termina con la muerte, y la fe nos une a quienes partieron antes que nosotros.
Compartir
Suscríbete a EWTN España
Mantente al día con nuestras noticias más importantes y recibe contenido exclusivo directamente en tu correo electrónico.
Otras noticias












