Siete nuevos santos para la Iglesia: el Papa León XIV elevará a los altares a figuras de fe, ciencia y martirio

16 de octubre de 2025
Beatos

El 19 de octubre será una fecha histórica para la Iglesia universal. El Papa León XIV presidirá en la Plaza de San Pedro la solemne Misa de canonización de siete beatos procedentes de distintos continentes, entre ellos dos venezolanos: el médico José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles. Mártires, misioneros, religiosas y laicos que entregaron su vida al Evangelio serán proclamados santos, ejemplo vivo de santidad en tiempos modernos.


“Estos nuevos santos son testimonio de que la santidad no pertenece a una época ni a un lugar, sino que florece allí donde el amor a Cristo se hace vida.”

"Siete vidas, un mismo Espíritu: la santidad sigue escribiéndose en las manos que sirven, en los labios que oran y en los corazones que aman sin medida."

Un mosaico de santidad que une continentes y vocaciones


La Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Vaticano ha confirmado que la ceremonia se celebrará a las 10:30 horas en la Plaza de San Pedro, presidida por el Papa León XIV, y contará con la presencia de miles de fieles de todo el mundo. Los nuevos santos —María Troncatti, Vicenta María Poloni, José Gregorio Hernández, Bartolo Longo, Mons. Ignacio Maloyan, Pedro To Rot y María del Monte Carmelo Rendiles— representan la universalidad de la Iglesia, con historias que van desde el martirio hasta la entrega silenciosa en el servicio cotidiano.


Entre ellos destaca José Gregorio Hernández, el primer santo laico de Venezuela, conocido como el médico de los pobres, cuya vida unió la ciencia con la fe. Su canonización, aprobada por el Papa Francisco en febrero de 2025 mediante el procedimiento de canonización equivalente, ha sido celebrada con enorme devoción popular. Fallecido en 1919 mientras ayudaba a una anciana sin recursos, su ejemplo de servicio y compasión sigue inspirando a miles de creyentes en América Latina.


Junto a él, será canonizada también la Madre Carmen Rendiles, fundadora de la Congregación de las Siervas de Jesús, quien dedicó su vida a la educación y la asistencia a los más necesitados. Ambos se convierten en los primeros santos venezolanos, un hecho que marca un antes y un después en la historia espiritual del país.


El Papa León XIV ha subrayado en los últimos días que estos siete nuevos santos “no pertenecen al pasado, sino al presente vivo de la Iglesia”, recordando que cada uno de ellos encarna una forma concreta de vivir el Evangelio en el mundo contemporáneo.


De los campos de misión al martirio: vidas entregadas por amor



Entre los nuevos santos hay figuras que reflejan la fuerza del testimonio misionero y el coraje de quienes han derramado su sangre por la fe.


María Troncatti, religiosa salesiana italiana nacida en 1883, fue enfermera durante la Primera Guerra Mundial antes de partir como misionera al oriente de Ecuador. Allí trabajó por la reconciliación entre colonos e indígenas, curando enfermos y promoviendo la paz. El milagro atribuido a su intercesión —la curación inexplicable de un campesino ecuatoriano con una fractura craneal irreversible— confirmó su fama de santidad.


Vicenta María Poloni, también italiana, fundó el Instituto de las Hermanas de la Misericordia en Verona en el siglo XIX. Dedicada al cuidado de los enfermos y marginados, falleció con fama de santidad en 1855. Su canonización se apoya en la curación de Audelia Parra, una mujer chilena que sobrevivió milagrosamente a una hemorragia masiva tras una cirugía.


El arzobispo Ignacio Maloyan, nacido en Mardin (actual Turquía) en 1869, murió mártir en 1915 durante el genocidio armenio. Se negó a renegar de su fe pese a la tortura y fue ejecutado por fidelidad a Cristo. Su canonización fue aprobada sin necesidad de milagro, como es costumbre en los casos de martirio.


De manera similar, Pedro To Rot, catequista laico de Papúa Nueva Guinea, defendió el valor cristiano del matrimonio durante la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Fue asesinado a los 33 años por oponerse a la reinstauración de la poligamia. Su valentía lo convirtió en símbolo de fe para toda Oceanía y será el primer santo papuano.


Finalmente, Bartolo Longo, abogado italiano que pasó de practicar el espiritismo a convertirse en ferviente apóstol del Rosario, también será canonizado. Fundador del Santuario de la Virgen del Rosario de Pompeya, dedicó su vida a la conversión y a la promoción del rezo mariano. El Papa Francisco aprobó su canonización por vía extraordinaria, reconociendo la profundidad espiritual de su obra.


“Cada uno de estos santos es un rostro del Evangelio: el médico que cura, el mártir que resiste, la religiosa que consuela, el laico que enseña, el misionero que siembra esperanza.”


La santidad como espejo del Evangelio para el mundo actual


El Papa León XIV ha querido que esta canonización múltiple sea, ante todo, una llamada a redescubrir la universalidad de la santidad. Desde los Andes venezolanos hasta las aldeas de Papúa Nueva Guinea, desde los campos de batalla europeos hasta los pueblos indígenas del Ecuador, las vidas de estos hombres y mujeres demuestran que el seguimiento de Cristo adopta formas diversas, pero siempre nace de un mismo amor.


En su homilía, el Santo Padre destacará que la santidad “no es un privilegio reservado, sino la vocación común de todo bautizado”. Con estas canonizaciones, la Iglesia ofrece al mundo contemporáneo siete modelos concretos de esperanza, servicio y entrega, en un contexto global marcado por la indiferencia y la fragmentación.


La ceremonia del 19 de octubre promete reunir a fieles de todos los continentes, y especialmente a miles de peregrinos venezolanos que viajarán a Roma para acompañar la proclamación de sus dos compatriotas santos.


Desde la Congregación para las Causas de los Santos se subraya que este grupo de nuevos santos “pone de manifiesto la fuerza de la gracia en cada vocación humana”: la del científico que cura, la de la madre que educa, la del sacerdote que entrega su vida, la del laico que evangeliza y la del mártir que muere perdonando.


Con estas canonizaciones, el Papa León XIV recuerda que la Iglesia sigue viva en sus santos, que son faros encendidos en medio de un mundo que necesita testigos más que palabras. Cada uno de ellos, desde su lugar y su tiempo, proclama con su vida que el amor de Cristo es más fuerte que la muerte y más luminoso que cualquier oscuridad.

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