El libro que acompaña al Papa: León XIV presenta la obra que marcó su camino interior
23 de diciembre del 2025
En un gesto cargado de profundidad espiritual y de valor testimonial, el Papa León XIV ha firmado el prólogo de una nueva edición vaticana de La práctica de la presencia de Dios, del fraile carmelita descalzo Lorenzo de la Resurrección, publicada por la Librería Editorial del Vaticano.
No se trata de una simple cortesía editorial, sino de una confesión íntima: el Pontífice reconoce públicamente que este pequeño libro del siglo XVII es uno de los textos que más han moldeado su vida espiritual y su modo de comprender la relación cotidiana con Dios. Con esta publicación, León XIV no solo recomienda una lectura, sino que abre una ventana a la espiritualidad que sostiene su propio ministerio pastoral.
“Vivir en la presencia de Dios transforma lo ordinario en lugar de encuentro con el cielo y convierte la vida entera en oración.”
Un libro sencillo que enseña a vivir para Dios
El valor singular de esta obra quedó ya al descubierto durante el vuelo de regreso a Roma tras el primer viaje internacional del Papa, cuando explicó espontáneamente por qué este texto había dejado una huella tan profunda en su vida. Lo definió como un libro de una sencillez desarmante, escrito por un religioso humilde que ni siquiera firmó con su apellido, pero capaz de describir un modo de oración radicalmente evangélico: vivir cada instante en presencia de Dios y dejarse guiar por Él en todo.
En el prólogo, León XIV profundiza en esta intuición y sitúa el libro junto a otros grandes referentes de su formación espiritual, como los escritos de san Agustín. En sus palabras, La práctica de la presencia de Dios no es solo una reflexión piadosa, sino una verdadera escuela de vida cristiana que enseña a conocer y amar al Señor desde lo más concreto y ordinario de la existencia.
El Pontífice subraya que el centro del mensaje de fray Lorenzo no es una teoría, sino una práctica constante: hacer memoria de Dios en cada pensamiento, en cada acción, en cada circunstancia, por pequeña que sea. Un camino que no exige condiciones extraordinarias, pero sí una entrega total del corazón.
Un camino interior exigente y transformador
León XIV no idealiza esta senda espiritual ni la presenta como una experiencia fácil. Al contrario, explica que se trata de un itinerario tan sencillo en su formulación como exigente en su vivencia. Mantener viva la conciencia de la presencia de Dios implica un proceso continuo de purificación interior, de ascesis y de conversión profunda, especialmente en el ámbito de los pensamientos y de los sentimientos.
En este punto, el Papa remite a la exhortación paulina a los filipenses: “Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús”. No basta con conformar las acciones externas a la voluntad de Dios; es necesario que el corazón mismo sea transformado, que el modo de sentir y de mirar la realidad se vaya configurando según Cristo.
Esta insistencia revela una clave central del pontificado de León XIV: la fe no se reduce a normas ni a comportamientos externos, sino que nace de una relación viva y personal con Dios, que va modelando progresivamente toda la existencia.
La mística de lo cotidiano: Dios en las ollas y en la vida diaria
El Papa vincula la experiencia espiritual del hermano Lorenzo con la gran tradición mística de la Iglesia, evocando de manera especial a Santa Teresa de Ávila y su célebre imagen del “Dios de las ollas”, presente también en las tareas más humildes del día a día. En esta línea, destaca que la fuerza del libro reside en proponer un camino accesible a todos, precisamente porque se vive en lo ordinario y no exige retirarse del mundo.
León XIV subraya también el tono de humildad y de fino humor que atraviesa los escritos del carmelita. Fray Lorenzo, que había ingresado en la vida religiosa con un espíritu marcadamente penitencial, llegó a confesar con ironía que se sentía “engañado” por Dios, al haber encontrado una vida colmada de alegría allí donde esperaba sacrificio y dureza. Para el Papa, este testimonio muestra que incluso las realidades más arduas pierden peso cuando se viven bajo la luz del amor infinito de Dios.
En este contexto, el Pontífice afirma que cuando la presencia de Dios se vuelve familiar y ocupa el espacio interior de la persona, las tareas cotidianas se transforman: dejan de ser una carga y se vuelven ligeras, porque todo se realiza como ofrenda.
Una espiritualidad válida para el mundo de hoy
León XIV sitúa finalmente el mensaje de fray Lorenzo en el horizonte del tiempo presente. Recuerda que el autor vivió en un siglo marcado por conflictos y violencias no menos intensos que los actuales, y que, sin embargo, supo atravesar esa realidad con una fe luminosa y confiada. Por eso, afirma, sus escritos siguen siendo una fuente de inspiración para los hombres y mujeres del tercer milenio.
El Papa destaca que esta espiritualidad ayuda a superar tanto el moralismo como la reducción del Evangelio a un conjunto de normas. Vivir en la presencia de Dios significa descubrir que no hay circunstancia —ni siquiera el error o la fragilidad— que pueda separarnos de Él, si todo se ofrece con un corazón sincero. En esa memoria viva de Dios, que implica afectos y sentimientos, el cristiano comienza ya a saborear en la tierra un anticipo del Paraíso.
Con este prólogo, León XIV no solo presenta un libro clásico de espiritualidad, sino que invita a redescubrir una forma de vivir la fe profundamente encarnada, silenciosa y constante. Una espiritualidad que no huye del mundo, sino que lo habita con Dios, y que se revela hoy, como ayer, capaz de renovar la vida cristiana desde dentro.
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