La sangre vuelve a hablar: Nápoles presencia de nuevo el milagro de San Genaro
18 de diciembre del 2025
La ciudad de Nápoles ha vuelto a contener la respiración ante uno de los signos más venerados de su historia espiritual. Este martes 16 de diciembre, en el marco de la fiesta del Patronato de San Genaro, se repitió el prodigio de la licuefacción de la sangre del santo mártir, un acontecimiento que desde hace siglos une fe, memoria y esperanza en el corazón del pueblo napolitano.
El suceso tuvo lugar tras la celebración de la Santa Misa en la Capilla Real del Tesoro de San Genaro y fue acogido con profunda emoción por los fieles presentes. Más allá de la dimensión extraordinaria del hecho, la Iglesia invita a leer este signo desde una fe madura, centrada en Cristo y comprometida con la vida concreta de los más vulnerables, tal y como ha recordado en diversas ocasiones el arzobispo de Nápoles.
“La sangre de San Genaro no apunta a la superstición, sino a Cristo y a la sangre de los pobres que clama justicia en nuestro mundo.”
Un signo que se renueva en la historia de la ciudad
Según informó la Arquidiócesis de Nápoles, el fenómeno comenzó a manifestarse a primera hora de la mañana. A las 9:13, la sangre conservada en la ampolla mostraba ya un estado semilíquido, y poco antes de las 10:05 se confirmó su completa licuefacción. El anuncio oficial fue realizado por Mons. Vincenzo De Gregorio, abad de la Capilla del Tesoro de San Genaro, quien comunicó el prodigio a los fieles congregados.
Una vez constatado el fenómeno, la reliquia fue llevada en procesión dentro de la capilla para que todos los presentes pudieran contemplarla. El ambiente estuvo marcado por el silencio orante, la gratitud y una profunda conciencia de estar ante un acontecimiento que, generación tras generación, ha acompañado la vida espiritual de la ciudad.
El 16 de diciembre ocupa un lugar especial en el calendario devocional napolitano. Es la tercera de las tres fechas anuales en las que tradicionalmente se espera el milagro, junto al 19 de septiembre —aniversario del martirio del santo— y el sábado previo al primer domingo de mayo, que recuerda la traslación de sus restos a Nápoles.
San Genaro y la memoria de la protección divina
La celebración del 16 de diciembre remite a un episodio histórico que marcó profundamente la conciencia colectiva de Nápoles. En 1631, durante una violenta erupción del Vesubio, los habitantes de la ciudad invocaron la intercesión de San Genaro ante el avance del magma. Según la tradición, la intervención del santo detuvo la amenaza, salvando la ciudad de una destrucción inminente.
Desde entonces, esta fecha quedó vinculada de manera especial a la figura del obispo mártir y a su cercanía con el pueblo. El milagro de la licuefacción de la sangre se ha convertido así en un signo que recuerda no solo la santidad de Genaro, sino también la confianza de una ciudad que, a lo largo de los siglos, ha acudido a él en momentos de peligro, enfermedad o incertidumbre.
Sin embargo, la Iglesia ha insistido siempre en que estos signos extraordinarios no deben ser leídos de forma supersticiosa, sino como llamadas a una fe más profunda y responsable.
Cuando el prodigio no ocurre: fe sin superstición
En la historia reciente ha habido ocasiones en las que la sangre no se ha licuado, como ocurrió el 16 de diciembre de 2020. Tradicionalmente, muchos napolitanos han interpretado estos episodios como presagios negativos. Frente a esta sensibilidad popular, los pastores de la Iglesia han recordado con firmeza que la fe cristiana no se sostiene sobre señales externas, sino sobre la confianza en Cristo resucitado.
En este sentido, el Cardenal Domenico Battaglia, arzobispo de Nápoles, ofreció una reflexión especialmente significativa el 19 de septiembre de 2024. Aun habiéndose producido el milagro ese día, el purpurado exhortó a los fieles a no absolutizar el fenómeno físico, sino a dirigir la mirada hacia los verdaderos signos del Evangelio.
Con palabras claras y profundamente evangélicas, recordó que la preocupación del cristiano no debe centrarse en si la sangre de la reliquia se licúa o no, sino en si sigue corriendo la sangre de los inocentes en las calles del mundo. Para el arzobispo, el testimonio de San Genaro apunta siempre más allá de sí mismo, hacia Cristo y hacia los pobres en los que Él sigue sufriendo.
La sangre del mártir, reflejo de la sangre de Cristo
En su enseñanza pastoral, el Cardenal Battaglia subrayó que la sangre de San Genaro no puede separarse del misterio central de la fe cristiana: la sangre derramada por Cristo en la cruz. Desde esta clave, el milagro no es un fin en sí mismo, sino una llamada a la conversión, a la justicia y a la caridad concreta.
El martirio de San Genaro, obispo fiel hasta la entrega total de su vida, remite al sacrificio de Cristo y al compromiso de la Iglesia con los últimos. La veneración al santo, recordó el arzobispo, pierde su sentido si no se traduce en una preocupación real por los desposeídos, los marginados y los olvidados de nuestro tiempo.
Así, el prodigio que vuelve a conmover a Nápoles se convierte también en una interpelación: vivir una fe encarnada, atenta al sufrimiento humano y abierta a la esperanza que no defrauda.
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